El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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POLITEÍSMO

667. ¿Por qué el politeísmo es una de las creencias más antiguas y más esparcidas, siendo falsa?

«El hombre no podía concebir el pensamiento de un Dios único, sino a consecuencia del desarrollo de sus ideas. Incapaz en su ignorancia de concebir un ser inmaterial, sin forma determinada y obrando en la materia, le había dado los atributos dé la naturaleza corporal, es decir, una forma y una figura, y desde entonces todo lo que le parecía iue iraspasaba las proporciones de la inteligencia vulgar era para él una divinidad. Todo lo que no comprendia debía ser obra de un poder sobrenatural, y de esto a creer en tantos poderes distintos cuantos efectos veía, no había más que un paso. Pero en todos tiempos ha hahido hombres ilustrados que han comprendido la imposibilidad de esa multitud de poderes para el gobierno del mundo sin una dirección superior, y se han elevado al pensamiento de un Dios único».

668. Habiéndose producido los fenómenos espiritistas en todos los tiempos y siendo conocidos desde las primeras edades del mundo, ¿no han podido hacer creer en la pluralidad de los dioses?

«Indudablemente; porque llamando los hombres dios a todo lo que era sobrehumano, los espíritus eran dioses para ellos, y por esto cuando un hombre se distinguía por sus acciones de todos los otros, por su genio, o por un poder oculto incomprensible para el vulgo, se le hacía un dios y se le tributaba culto después de muerto». (603)

La palabra dios tení a entre los antiguos una acepción muy lata. No era, como en nuestros días, una personificación del autor de la naturaleza, sino una calificación genérica dada a todo ser que estuviese fuera de las condiciones de la humanidad. Habiéndoles, pues, revelado las manifestaciones espiritistas la existencia de seres incorporales que obraban como fuerzas de la naturaleza, los habían llamado dioses, asi como nosotros los llamamos espíritus, - simple cuestión de palabra, aunque con la diferencia de que en su ignorancia, sostenida expresamente por los que tenian interés en ello, les elevaban templos y altares muy lucrativos, al paso que para nosotros no son más que simples criaturas más o menos perfectas, despojadas de su envoltura terrestre. Si se estudian con atención los diversos atributos de las divinidades paganas, sin trabajo se reconocerán en ellos todos los de los espíritus que ocupan los grados de la escala espiritista, su estado fisico en los mundos supe- riores, todas las propiedades del periespirítu y la parte que toman en las cosas de la tierra.

El cristianismo, al derramar sobre el mundo su divina luz, no pudo destruir una cosa que está en la naturaleza; pero hizo que se dirigiese la adoración a Aquél a quien pertenece. Respecto de los espíritus, su recuerdo se ha perpetuado bajo diferentes nombres, según los pueblos, y sus manifestaciones, que jamás han faltado, han sido diversamente interpretadas y explotadas con frecuencia bajo el prestigio de lo misterioso, y al paso que la religión ha visto en ellas fenómenos milagrosos, los incrédulos han visto supercherías. Hoy. gracias a un estudio más serio, hecho públicamente, el espíritismo, libre de las ideas supersticiosas que lo han oscurecido durante muchos siglos nos revela uno de los más grandes y sublimes principios de la naturaleza.