El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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IGUALDAD ANTE LA TUMBA

823. ¿De dónde procede el deseo de perpetuar su memoria con monumentos fúnebres?
«Último acto de orgullo».

-Pero la suntuosidad de los monumentos fúnebres, ¿no se debe con frecuencia más a los parientes, que quieren honrar la memoria del difunto, que al mismo difunto?


«Orgullo de los parientes que quieren glorificarse a si mismos. ¡Oh!, no siempre se hacen esas demostraciones por consideración al muerto, sino por amor propio y por consideración al mundo, y para hacer alarde de riquezas. ¿Crees que el recuerdo de un ser querido sea menos duradero en el corazón de un pobre, porque no puede depositar más que una flor en la tumba? ¿Crees tú que los mármoles salvan del olvido al que ha sido útil en la tierra?»

824. ¿Censuráis en absoluto la pompa de los funerales?


«No, y cuando es en honor de la memoria de un hombre de bien, es justa y ejemplar».

La tumba es la reunión de todos los hombres, y en ella terminan despiadadamente todas las distinciones humanas. En vano quiere el rico perpetuar su memoria con fastuosos monumentos; el tiempo los destruirá como el cuerpo, pues asi lo quiere la naturaleza. El recuerdo de sus buenas y de sus malas acciones será menos perecedero que su tumba; la pompa de sus funerales no le lavará sus impurezas, ni le hará ascender un escalón en la jerarquía espiritual. (320 y siguiente)