El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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MIEDO A LA MUERTE

941. El miedo a la muerte es para muchas personas causa de perplejidad, ¿de dónde procede ese miedo, puesto que ante si tienen el porvenir?

«Sin razón tienen ese miedo; pero qué quieres, se procura persuadirles durante la juventud, de que hay un infierno y un paraíso, pero que es más seguro que irán al infierno; porque se les dice que aquello que es natural, es un pecado mortal para el alma. Cuando llegan a grandes, si tienen algún raciocinio, no pueden admitir eso, y se hacen ateos o materialistas, y así es como se les induce a creer que, fuera de la vida presente, nada existe. En cuañto a los que han persistido en sus creencias de la infancia, temen ese fuego eterno que ha de quemarlos sin destruirlos.

»La muerte no inspira al justo miedo alguno; porque con la fe tiene la certeza del porvenir; la esperanza le hace esperar mejor vida, y la caridad, cuya ley ha practicado, le da seguridad de que en el mundo en que va a entrar no encontrará ningún ser, cuya presencia haya de temer». (730)

El hombre carnal, más apegado a la vida corporal que a la espiritual, tiene en la tierra penas y goces materiales; su dicha consiste en la satisfacción fugaz de todos sus deseos. Su alma, constantemente preocupada y afectada por las vicisitudes de la vida, está en una ansiedad y tormento perpetuo. La muerte le horroriza; porque duda de su porvenir y porque deja en la tierra todos sus afectos y esperanzas.

El hombre moral, que se ha sobrepuesto a las necesidades ficticias creadas por las pasiones, tiene. desde la tierra, goces desconocidos del hombre material. La moderación de sus deseos da a su espíritu calma y serenidad. Dichoso por el bien que hace, no existen desengaños para él, y las contrariedades pasan por su alma sin dejar en ella huella dolorosa.

942. ¿No encontrarán ciertas personas, algo banales estos consejos para ser felices en la tierra; no verán en ellos lo que se llaman lugares comunes, verdades redichas, y no dirán que, en definitiva, el secreto para ser feliz es el de saber soportar su desgracia?

«Los hay que dirán eso, y aún más; pero sucede con éstos lo que con ciertos enfermos a quien los médicos prescriben la dieta, quisieran curarse sin remedios y sin dejar de buscarse indigestiones».