El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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878. Pudiendo engañarse el hombre ace?ca de la extensión de su derecho, ¿qué le puede dar a conocer su límite?

«El límite del derecho que reconoce a su semejante para con él en la misma circunstancia y recíprocamente».

-Pero si cada uno se atribuye los derechos de su semejante, ¿qué se hace la subordinación a los superiores? ¿No es esto la anarquía de todos los poderes?

«Los derechos naturales son unos mismos para todos los hombres desde os más pequeño al más grande; Dios no ha hecho a unos de barro más puro que a los otros, y todos ante él son iguales. Esos derechos son eternos y los establecidos por el hombre desaparecen con las instituciones. Por lo demás, cada uno conoce muy bien su fuerza o su debilidad, y sabrá siempre tener una especie de deferencia hacia aquel que merecerá por su virtud y ciencia. Importa consignar esto, para que los que se crean superiores conozcan sus deberes a fin de merecer esa deferencia. La subordinación no se verá comprometida, cuando la autoridad sea conferida a la sabiduría».