El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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902. ¿Es reprensible envidiar la riqueza, cuando sucede por deseo de hacer bien?

«El sentimiento, cuando es puro, es laudable, no cabe duda; pero semejante deseo, ¿es siempre completamente desinteresado y no encuentrá alguna pretensión personal? La primera persona a quien se desea hacer bien, ¿no es con frecuencia a si mismo?»