El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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317. ¿Conservan los espíritus, después de la muerte, el amor a la patria?

«Siempre repetiremos el mismo principio: para los espíritus elevados la patria es el universo; en la tierra lo es el lugar donde hay más personas que les son simpáticas».

La situación de los espíritus y su modo de apreciar las cosas varia hasta lo Infinito, en proporción al grado de su desarrollo moral e intelectual. Los espíritus de orden elevado se detienen por poco tiempo en la tierra. Todo lo que en ella se hace es tan mezquino, en compara clón de la magnificencia de lo infinito, y son tan pueriles a sus ojos las cosas a que los hombres dan la mayor importancia, que pocos atractivos encuentran, a menos que no sean llamádos con la mira de que cooperen al progreso de la humanidad. Los espíritus de orden intermedio vienen a la tierra con más frecuencia, aunque consideran las cosas desde más elevado punto de vista que durante la vida. Los espíritus vulgares son en cierto modo sedentarios en ella y constituyen la masa de la población ambiente del mundo invisible. Conservan a corta diferencia las mismas ideas, los mismos gustos y las mismas inclinaciones que tenían balo su envoltura corporal; toman parte en nuestras reuniones, en nuestros asuntos y en nuestras diversiones las cuales intervienen más o menos activamente, según su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con aquellós que a ellas se entregan, y las excitan. Entre estos tales, los hay más graves que miran y observan para instruirse y perfeccionarse.