El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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CAPÍTULO III
CREACIÓN

Formación de los mundos. —Formación de los seres vivientes. —Población de la Tierra. Adán.
—Diversidad de las razas humanas. —Pluralidad de mundos.
—Consideraciones y concordancias bíblicas respecto de la creación.


Formación de los mundos.

El universo comprende la infinidad de mundos que vemos y que no vemos, todos los seres animados e inanimados y todos los astros que se mueven en el espacio, como también los fluidos que lo llenan.

37. ¿Ha sido creado el universo, o bien es eterno como Dios?

«No cabe duda que no ha podido hacerse por si solo, y si fuese eterno como Dios, no sería obra de Dios».

La razón nos dice que el universo no ha podido hacerse a sí mismo y que, no pudiendo ser obra del acaso, debe serlo de Dios.

38. ¿Cómo creó Dios el universo?

«Para servirme de una expresión: con su voluntad. Nada pinta mejor esa voluntad omnipotente que estas bellas palabras del Génesis: dijo Dios: Hágase la luz, y la luz fue hecha».

39. ¿Podemos conocer el modo cómo fueron formados los mundos?

«Todo lo que puede decirse y comprenderéis vosotros, es que los mundos se forman por la condensación de la matena diseminada en el espacio».

40. ¿Los cometas son, como actualmente se cree, un pirincipio de condensación de la materia y mundos en vía de formación?

«Es cierto: lo absurdo es creer en su influencia. Hablo de la que vulgarmente se les atribuye; porque todos los cuerpos celestes tienen una parte de influencia en ciertos fenómenos fisicos».

41. ¿Puede desaparecer un mundo completamente formado y ser de nuevo diseminada en el espacio la materia que lo forma?

«Sí; Dios renueva los mundos como renueva los seres vivientes».

42. ¿Podemos conocer la duración de la formación de los mundos: de la Tierra, por ejemplo?

«No puedo decírtelo; porque sólo el Creador lo sabe, y muy loco sería el que pretendiese saberlo, o conocer el número de siglos de esa formación».

Formación de los seres vivientes.

43. ¿Cuándo empezó a ser poblada la Tierra?

«Al principio todo era caos y los elementos estaban confundidos. Poco a poco, cada cosa fue ocupando su lugar, y entonces aparecieron los seres vivientes apropiados al estado del globo».

44. ¿De dónde vinieron a la Tierra los seres vivientes?

«La Tierra contenía los gérmenes, que esperaban para desarrollarse el momento favorable. Los principios orgánicos se reunieron apenas cesó la fuerza que los tenía separa- dos, y formaron los gérmenes de todos los seres vivientes. Aquéllos permanecieron en estado latente e inerte, como la crisálida y la simiente de las plantas, hasta que llegó el momento propicio al nacimiento de cada especie, y los seres de cada especie se reunieron y se multiplicaron entonces».

45. ¿Dónde estaban los elementos orgánicos antes de la formación de la Tierra?

«Se encontraban en estado de fluido, por decirlo así, en el espacio, en medio de los espíritus, o en otros planetas, esperando la creación de la Tierra para empezar una nueva existencia en un globo nuevo».

La química nos presenta las moléculas de los cuerpos inorgánicos uniéndose para formar cristales de regularidad constante, según cada especie, desde el momento en que se hallan en condiciones propicias. La menor turbación en estas condiciones, basta a impedir la reunión de los elementos. o por lo menos, la disposición regular que constituye el cristal. ¿Por qué no ha de suceder lo mismo en los elementos orgánicos?

Conservamos por espacio de años simientes de plantas y de animales que no se desarrollan más que a cierta temperatura y en un medio propicio, y se han visto simientes de trigo germinar después de muchos siglos. Hay, pues, en ellas un principio latente de vitalidad que sólo espera para desarrollarse una circunstancia favorable. Y lo que diariamente pasa a nuestra vista, ¿no puede haber ocurrido desde el principio del mundo? Esta formación de los seres vivientes saliendo del caos por la misma fuerza de la naturaleza, ¿quita algo a la grandeza de Dios? Lejos de eso, responde mejor a la idea que nos formamos de su poder, ejerciéndose en mundos infinitos por leyes eternas. Cierto que esta teoría no resuelve la cuestión del origen de los elementos vitales; pero Dios, que tiene sus misterios, ha puesto limite a nuestras investigaciones.


46. ¿Hay aún seres ique nacen espontáneamente?

«Sí; pero el germen primitivo existía ya en estado latente. Cada día sois testigos de ese fenómeno, pues, ¿acaso los tejidos del hombre y de los animales no encierran los gérmenes de una multitud de gusanos, que esperan para nacer la fermentación pútrida necesaria a su existencia? Este es un pequeño mundo que, dormitando, se forma».

47. ¿Se encontraba la especie humana entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre?

«Sí, y liegó a su tiempo; lo que hizo decir que el hombre fue hecho del barro de la tierra».

48. ¿Podemos conocer la época de la aparición del hombre y demás seres vivientes en la tierra?

«No, y todos vuestros cálculos son quiméricos».

49. Si el germen de la especie humana se encontraba entre los elementos orgánicos del globo, ¿por qué no se forman hombres espontáneamente, como al principio?

«El principio de las cosas es uno de los secretos de Dios; pero puede decirse, no obstante, que una vez diseminados los hombres por la tierra, han absorbido en si mismos los elementos necesarios a su formación para transmitirlos según las leyes de la reproducción. Lo mismo ha sucedido en las diferentes especies de seres vivientes».

Población de la Tierra. Adán.

50. ¿Empezó la especie humana por un solo hombre?

«No, y el que vosotros llamáis Adán no fue el primero, ni el único que pobló la Tierra».
51. ¿Podemos saber en qué época vivió Adán?

«Poco más o menos en la que vosotros señaláis, esto es, cerca de cuatro mil años antes de Jesucristo».

El hombre, cuya tradición se ha conservado bajo el nombre de Adán, fue uno de los que sobrevivieron en una comarca a alguno de los grandes cataclismos que, en diversas épocas, han transformado la superficie del globo, y vino a ser el tronco de una de las razas que hoy lo pueblan. Las leyes de la naturaleza se oponen a que hayan podido realizarse en algunos siglos los progresos de la humanidad, patentizados mucho tiempo antes de Cristo, si el hombre no hubiese vivido en la Tierra más que desde la época selialada a la existencia de Adán. Algunos consideran, y tienen más razón en hacerlo, a Adán como un mito o alegoría que personifica las primitivas edades del mundo.

Diversidad de las razas humanas.

52. ¿De dónde proceden las diferencias físicas y morales que distinguen a las variedades de razas de hombres en la Tierra?

«Del clima, de la vida y de las costumbres. Sucede lo mismo que con dos hijos de la misma madre que en nada se parecerán moralmente, si se les educa separados y de distinto modo».

53. ¿Ha nacido el hombre espontáneamente en muchos puntos del globo?

«Si, y en diversas épocas, siendo esta una de las causas de la diversidad de razas. Más tarde, al dispersarse los hombres por los diferentes climas y al unirse con otras razas formaron nuevos tipos».

—¿Estas diferencias constituyen distintas especies?

«Ciertamente que no, pues todas son de la misma familia. ¿Acaso las diferentes variedades de un mismo fruto son óbice a que pertenezcan a la misma especie? ».

54. Si no procede la especie humana de uno solo, ¿deben cesar los hombres de mirarse como hermanos?

«Todos los hombres son hermanos de Dios; porque están animados por el espíritu y tienden al mismo fin. Siempre queréis tomar las cosas al pie de la letra».

Pluralidad de mundos.


55. ¿Están habitados todos los globos que circulan en el espacio?

«Sí, y el hombre de la Tierra dista de ser, como lo cree, el primero en inteligencia, en bondad y en perfección. Hay, sin embargo, hombres muy vanidosos que imaginan que ese pequeño globo tiene el privilegio exclusivo de tener seres racionales. ¡Orgullo y vanidad! Se figuran que Dios creó el universo para ellos solos».

Dios ha poblado los mundos de seres vivientes, que concurren todos al objeto final de la Providencia. Creer que los seres vivientes están limitados al único punto que habitamos en el universo, equivaldría a poner en duda la sabiduría de Dios, que no ha becho nada inútil y que ha debido ásignar a esos mundos un objeto más grave que el de recrear nuestra vista. Nada, por otra parte, ni la posición, ni el volumen, ni la constitución física de la Tierra, puede inducir a suponer racional-mente que tenga el privilegio de estar habitada con exclusión de tantos miles de mundos semejantes.

56. ¿Es la misma la constitución física de los diferentes globos?

«No; no se parecen en manera alguna».

57. ¿No siendo la misma para todos la constitución física de los mundos, dedúcese de ello una organización diferente para los seres que los habitan?

«Sin duda, como entre vosotros los peces son hechos para vivir en el agua y las aves en el aire».

58. ¿Están privados de luz y de calor los mundos más distantes del Sol, ya que éste les aparece como una estrella?

«¿Creéis, pues, que no hay más orígenes de luz y de calor que el Sol, y no contáis para nada con la electricidad que en ciertos mundos, llena funciones que os son desconocidas, y que es mucho más importante que en la Tierra? Por otra parte, nadie os ha dicho que todos los seres vean de la misma manera que vosotros y por órganos formados como los vuestros».

Los condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiadas al medio en que están llamados a vivir. Si nunca hubiésemos visto peces, no comprenderíamos que hubiera seres que pudiesen vivir en el agua, y así sucede en los otros mundos que contienen sin duda elementos desconocidos para nosotros. ¿No vemos en la Tierra que las largas noches polares son iluminadas por la electricidad de las auroras boreales? ¿Y es nada imposible que en ciertos mundos la electricidad sea más abundante que en la Tierra, y que desempeñe en ellos funciones generales, cuyos efectos no podemos comprender? Esos mundos pueden, por lo tanto, contener en si mismos los origenes de calor y de luz necesarios a sus habitantes.

Consideraciones y concordancias bíblicas respecto a la creación.

59. Los pueblos se han formado ideas muy divergentes sobre la creación, según el grado de su ilustración, y la razón apoyada en la Ciencia ha reconoddo la inverosimilitud de ciertat teorias, confirmando la dada por los espíritus la opinión ha mucho tiempo admitida por los hombres más ilustrados.

La objeción que puede hacerse a esta teoria es la de que está en contradicción con el texto de los libros sagrados; pero un examen detenido hace ver que esta contradicción es más aparente que real y que resulta de la interpretación dada a menudo al sentido alegórico.

La cuestión del primer hombre en la persona de Adán. como tronco único de la humanidad, no es la sola que há sido objeto de modificación para las creencias religiosas. En cierta época, el movimiento de la Tierra, pareció tan opuesto al texto sagrado, que no hubo clase de persecuciones de que no fuese blanco esa teoría, y la Tierra gira sin embargo, a pesar de los anatemas, y nadie podría negarlo actualmente sin agraviar su propia razón.

Dice igualmente la Biblia que el mundo fue creado en seis días y fija la época de creación como unos cuatro mil años antes de la era cristiana. Antes de esa época, no existía la Tierra, que fue sacada de la nada. El texto es formal; pero he aquí que la ciencia positiva. la ciencia inexorable, viene a probar lo contrario. La formación del globo está escrita con caracteres imprescriptibles en el mundo fósil, y está probado que los seis días de la creación son otros tantos períodos, cada uno de los cuales abarca quizá muchos centenares de miles de años, Este no es un sistema, una doctrina, una opinión aislada, sino un hecho tan constante como el movimiento de la Tierra, que la teología no puede resistirse a admitir, prueba evidente del error en que puede incurrírse, tomando literalmente las expresiones de un lenguale que es figurado con frecuencia. ¿Debe inferirse de eso que sea falsa la Biblia? No, pero si que los hombres la han interpretado mal.

Ojeando los archivos de la Tierra, la ciencia ha descubierto el orden en que han aparecido en su superficie los diferentes seres vivientes, orden que está conforme con el indicado en el Génesis, con la sola diferencia de que, en vez de salir milagrosamente de las manos de Dios y en algunas horas, esa obra, se ha realizado en algunos millones de años, siempre por su voluntad; pero con arreglo a la ley de las fuerzas de la naturaleza. ¿Es por ello menos grande y menos poderoso Dios? ¿Es menos sublime su obra, porque carece del prestigio de la instantaneidad? No, evidentemente; y preciso sería formarse una idea muy mezquina de la Divinidad para no reconocer su omnipotencia en las leyes eternas que para gobernar los mundos ha establecldo. La ciencia, lejos de amenguar la obra divina, nos la presenta bdjo un aspecto más grandioso y más conforme con las nociones qu e tenemos del poderio y de la majestad de Dios, por lo mismo que se ha realizado sin derogación de las leyes de la naturaleza.

Conforme en este punto con Moisés, la ciencia coloca al hombre en último término en el orden de la creación de los seres vivientes; pero Moisés fija el diluvio universal en el año 1654, al paso que la geología nos presenta el gran cataclismo anterior a la aparición del hombre, atendiendo a que hasta ese día. no se encuentra en las capas primitivas ninguna señal de su presencia, ni de la de los animales de su misma categoría, bajo el punto de vista físico. Pero nada prueba que esto sea imposible, y varios descubrimientos han engendrado ya dudas sobre este particular, pudiendo suceder, pues. que de un momento a otro se tenga certeza material de esa anterioridad de la raza humana, y entonces se comprenderá que en este punto, como en otros, el texto bíblico es figurado. La cuestión estriba en saber si el cataclismo geológico es el mismo de Noé, y la duración necesaria a la formación de las capas fósiles no consiente que se los confunda; y cuando se encuentren vestigios de la existencia del hombre antes de la gran catástrofe, quedará probado, o que no fue Adán el primer hombre, o que su creación se pierde en la oscuridad de los tiempos. Contra la evidencia no son posibles los raciocinios, y será preciso aceptar el hecho, como se ha aceptado el del movimiento de la Tierra y el de los seis períodos de la creación.

Cierto que la existencia del hombre antes del diluvio geológico es aun hipotética, pero he aquí lo que lo es menos. Admitiendo que el hombre apareció por primera vez en la Tierra cuatro mil aiíos antes de ]esucrísto, si mil seiscientos cincuenta años más tarde fue destruida toda la raza humana, excepto una sola familia, resulta que la población de la tierra data de Noé únicamente, es decir, dos mil trescientos cincuenta años antes de nuestra era. Pues bien, cuando los hebreos emigraron a Egipto en el siglo dieciocho, encontraron muy poblado y adelantado en civilización a aquel país. La historia prueba que en esta época las Indias y otras comarcas estaban igualmente florecientes, sin tener en cuenta la cronologia de ciertos pueblos que se remonta a una época mucho más remota. Hubiera, pues, sido preciso que del siglo veinticuatro al dieciocho, es decir, en un espacio de seiscientos anos, la posteridad de un solo hombre, hubiese podido no solamente poblar todas las inmensas comarcas entonces conocidas, suponiendo que no lo hubiesen sido las otras, sino que, en aquel breve intervalo, la especie humana hubiera podido elevarse de la ignorancia absoluta del estado primitivo al mayor grado de desenvolvimiento intelectual, lo cual es contrarío a todas las leyes antropológicas.

En apoyo de esta, opinión viene también la diversidad de razas. Es indudable que el clima y los hábitos engendran modificaciones en el carácter físico; pero se deja comprender el alcance de la influencia de esas causas, y el examen psicológico prueba que entre ciertas razas existen diferencias constitucionales más profundas que las que puede producir el clima. El cruzamiento de las razas produce los tipos intermedios, y tiende a horrar los caracteres extremos; pero no los produce, sino que se limita a formar variedades. Pues bien, para que hubiese habido cruzamiento de razas, era preciso que las hubiera distintas, ¿y cómo explicar su existencia suponiéndoles un tronco común, y sobre todo un tronco tan cercano? ¿Cómo admitir que en algunos siglos ciertos descendientes de Noé se hayan transformado hasta el punto de producir la raza etiópica, por ejemplo? Semejante metamorfosis no es más admisible que la hipótesis de un tronco común al lobo y la oveja, al elefante y al pulgón, al ave y al pez. Repetimos que nada puede prevalecer contra la evidencia de los hechos. Todo encuentra explicación, por el contrario, admitiendo la existencia del hombre antes de la época que vulgarmente se le señala; la diversidad de origenes; a Adán, que vivia hace seis mil años, como poblador de una comarca inhabitada aún; el diluvio de Noé como una catástrofe parcial que se ha confundido con el cataclismo geológico, y teniendo finalmente en cuenta la forma alegórica peculiar al estilo oriental y que encontramos en los libros sagrados de todos los pueblos. Por esta razón es prudente no declararse ligeramente en contra de ciertas doctrinas que pueden, como tantas otras, desmentir tarde o temprano a los que las combaten. Lejos de perder, se ensanchan las ideas religiosas caminando al par de la ciencia, y este es el único medio de no ofrecer un lado vulnerable al escepticismo.