El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

Volver al menú
862. Hay personas a quienes nada sale bien y a quienes parece que persigue un genio malo en todas sus empresas. ¿No es cierto que se puede llamar fatalidad?

«Es fatalidad, si así quieres llamarlo, pero depende de la elección de la clase de existencia; porque semejantes personas han querido ser probadas por una vida de desengaño. con el fin de ejercitar su paciencia y su resignación. No creas, empero, que semejante fatalidad sea absoluta, pues a menudo es resultado del camino equivocado que han tomado, y que no está en relación con su inteligencia y sus aptitudes. El que quiere atravesar un rio a nado, sin saber nadar, corre mucho peligro de ahogarse, y lo mismo sucede en la mayor parte de los acontecimientos de la vida. Si el hombre no emprendiese otras cosas que las que están en relación con sus facultades, llegaría a buen término casi siempre. Lo que le pierde es su amor propio y su ambición que le hacen salir del camino, y tomar por vocación el deseo de satisfacer ciertas pasiones. Fracasa y es culpa suya; pero en vez de censurarse a si mismo, prefiere acusar a su estrella. Tal hay que hubiese sido un buen obrero y se hubiera ganado honradamente la vida, que es un mal poeta y se muere de hambre. Para todos habría puesto, si cada uno supiera ocupar su lugar».