Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Los Espíritus atestiguan su presencia de diversas maneras, según su aptitud, su voluntad y su mayor o menor grado de elevación. Todos los fenómenos de que tendremos ocasión de ocuparnos se relacionan naturalmente con uno u otro de esos modos de comunicación. Por lo tanto, para facilitar la comprensión de los hechos, creemos un deber abrir la serie de nuestros artículos con el cuadro de las diferentes naturalezas de manifestaciones. Se las puede resumir así:

1°) Acción oculta: cuando no tiene nada de ostensible. Tales son, por ejemplo, las inspiraciones o sugerencias de pensamientos, las advertencias íntimas, la influencia sobre los acontecimientos, etc.

2°) Acción patente o manifestación: cuando es apreciable de alguna manera.

3°) Manifestaciones físicas o materiales: son aquellas que se traducen por fenómenos sensibles, tales como ruidos, movimientos y desplazamiento de objetos. Muy a menudo estas manifestaciones no poseen ningún sentido directo; sólo tienen como objetivo llamar nuestra atención sobre algo y convencernos de la presencia de un poder superior al hombre.

4°) Manifestaciones visuales o apariciones: cuando el Espíritu se presenta bajo una forma cualquiera, sin tener ninguna de las propiedades conocidas de la materia.

5°) Manifestaciones inteligentes: cuando revelan un pensamiento. Toda manifestación que posea un sentido, aunque no fuese más que un simple movimiento o un ruido que denote una cierta libertad de acción, es una manifestación inteligente, porque responde a un pensamiento u obedece a una voluntad. Las hay en todos los grados.

6°) Las comunicaciones: son las manifestaciones inteligentes que tienen por objeto un continuo intercambio de pensamientos entre el hombre y los Espíritus.

La naturaleza de las comunicaciones varía según el grado de elevación o de inferioridad, de saber o de ignorancia del Espíritu que se manifiesta, y según la naturaleza del tema que trata. Pueden ser: frívolas, groseras, serias o instructivas.

Las comunicaciones frívolas emanan de Espíritus ligeros, burlones y traviesos, más maliciosos que malos, que no atribuyen ninguna importancia a lo que dicen.

Las comunicaciones groseras se traducen por expresiones que chocan la decencia. Emanan de Espíritus inferiores o que aún no se han despojado de todas las impurezas de la materia.

Las comunicaciones serias son graves en cuanto al tema y a la manera como son hechas. El lenguaje de los Espíritus superiores es siempre digno y desprovisto de cualquier trivialidad. Toda comunicación que excluya la frivolidad y la grosería, y que tenga un objetivo útil –aunque fuese de interés privado– es por esto mismo seria.

Las comunicaciones instructivas son las comunicaciones serias que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera, dada por los Espíritus sobre las Ciencias, la Moral, la Filosofía, etc. Son más o menos profundas y más o menos verdaderas, según el grado de elevación y de desmaterialización del Espíritu. Para obtener un fruto real de esas comunicaciones es necesario que sean regulares y seguidas con perseverancia. Los Espíritus serios se vinculan a los que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a los Espíritus ligeros el cuidado de divertir con sus chistes a los que no ven en esas manifestaciones más que una distracción pasajera. Es por la regularidad y por la frecuencia de las comunicaciones que se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con los cuales se conversa, y por el grado de confianza que merecen. Si es necesario tener experiencia para juzgar a los hombres, más aún lo será para juzgar a los Espíritus.