EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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350. Si el Espiritismo debe, así como está anunciado, conducir a la transformación de la Humanidad, esto sólo será posible por el mejoramiento de las masas, y no llegará sino gradualmente y poco a poco por el de sus individuos. ¿Qué importa creer en la existencia de los Espíritus, si esta creencia no hace mejor, más benévolo, más indulgente para con sus semejantes, más humilde y más paciente en la adversidad? ¿Para qué le sirve al avaro el ser espiritista, si siempre es avaro; al orgulloso, si siempre está lleno de sí mismo; al envidioso, si siempre tiene celos? Todos los hombres podrían, pues, creer en las manifestaciones, y la Humanidad quedar estacionada pero no son estos los designios de Dios. Todas las sociedades espiritistas formales deben dirigirse hacia el objeto providencial agrupándose alrededor de ellas los que tienen unos mismos sentimientos; entonces habrá unión entre ellas, simpatía, fraternidad, y no un vano y pueril antagonismo de amor propio, de palabras más bien que de cosas; entonces serán fuertes y poderosos, porque se apoyarán sobre una base inalterable: el bien para todos; entonces serán respetadas e impondrán silencio al torpe sarcasmo, porque hablarán en nombre de la moral evangélica respetada por todos.

Tal es el camino por el cual nos esforzamos en hacer entrar al Espiritismo. El estandarte que enarbolamos muy alto, es el del Espiritismo cristiano y humanitario y nos consideramos felices al ver reunirse a su alrededor tantos hombres en todos los puntos del globo, porque comprenden que aquí está el áncora de salvación, la salvaguardia del orden público, la señal de una era nueva para la Humanidad. Invitamos a todas las sociedades espiritistas a que concurran a esta grande obra; que de una a otra parte del mundo se tiendan la mano fraternal y confundirán el mal encerrándole en confusas redes.