EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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73. Desde el momento que se conoce la naturaleza de los Espíritus, su forma humana, las propiedades semimateriales del periespíritu, la acción mecánica que puede tener sobre la materia, que en los hechos de aparición, se han visto manos fluídicas y aun tangibles asir objetos y transportarlos, era natural el creer que el Espíritu se servía simplemente de sus manos para hacer girar la mesa y que la levantaba en el espacio a fuerza de brazos. Pero en este caso, ¿qué necesidad hay de tener un médium? ¿El Espíritu no puede obrar solo? Porque el médium, que coloca las más de las veces sus manos en sentido contrario del movimiento, o casi no las coloca del todo, evidentemente no puede secundar al Espíritu con ninguna acción muscular. Dejemos, desde luego, hablar a los Espíritus que hemos interrogado con este objeto.