EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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149. Tal es el resultado a que nos ha conducido el fenómeno de la caja de tabaco referido en el capítulo VII, número 116, y sobre el cual nos hemos extendido largamente, porque hemos visto en aquél la ocasión de sondear una de las más graves leyes del Espiritismo, ley cuyo conocimiento puede ilustrar aún más de un misterio del mundo visible. Así es que de un hecho, vulgar en apariencia, puede salir la luz; todo consiste en observar con cuidado, y esto es lo que cada uno puede hacer como lo hemos hechos nosotros, si es que no quieren limitarse a ver efectos sin buscar sus causas. Si nuestra fe se afirma de día en día, es porque comprendemos; haced que os comprendan si queréis hacer prosélitos formales. La inteligencia de las causas tiene otro resultado, y es el de trazar la línea de demarcación entre la verdad y la superstición.


Si mirásemos la escritura directa desde el punto de vista de las ventajas que puede ofrecer, diríamos que hasta ahora su principal utilidad ha sido la prueba material de un hecho grave: la intervención de una potencia oculta que encuentra por este medio un nuevo modo de manifestarse. Pero las comunicaciones que se obtienen de este modo rara vez son extensas; generalmente son espontáneas y limitadas a palabras, sentencias, a menudo a signos ininteligibles; se han obtenido en todas las lenguas, en griego, en latín, en siríaco, en caracteres jeroglíficos, etc., pero no se han prestado todavía a estas conversaciones continuadas y rápidas que permite la psycografía o escritura por médiums.