EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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268. Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus


1a. ¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus? Con su lenguaje, así como vosotros distinguís a un atolondrado de un hombre sensato. Ya lo hemos dicho: los Espíritus superiores no se contradicen nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación. Los Espíritus inferiores están aún bajo el imperio de las ideas materiales; sus discursos se resienten de su ignorancia y de su imperfección. Sólo es dado a los Espíritus superiores el conocer todas las cosas y juzgarlas sin pasión.


2a. La ciencia en un Espíritu, ¿es siempre la señal cierta de su elevación? No, porque si aún está bajo la influencia de la materia, puede tener vuestros vicios y vuestras preocupaciones. Hay personas en este mundo que son excesivamente celosas y orgullosas. ¿Crees, acaso, que dejan estas imperfecciones desde que mueren? Después de la salida de aquí queda una especie de atmósfera que les vuelve y les deja todas estas cosas malas; sobre todo aquellas que han tenido pasiones muy marcadas. Estos Espíritus medio imperfectos son más temibles que los Espíritus malos, porque la mayor parte reúnen la astucia y el orgullo a la inteligencia. Por su pretendido saber se imponen a las gentes sencillas e ignorantes, que aceptan sin comprobar sus teorías absurdas y mentirosas; aun cuando estas teorías no pudiesen prevalecer contra la verdad, no por eso dejan de hacer un mal momentáneo, porque ponen trabas a la marcha del Espiritismo y los médiums se ciegan voluntariamente sobre el mérito de lo que se les comunica. Esto es lo que requiere un gran estudio de parte de los espiritistas ilustrados y de los médiums; toda la atención debe dirigirse a distinguir lo verdadero de lo falso.


3a. Muchos Espíritus protectores se designan bajo nombres de santos o personas conocidas; ¿qué debemos creer con respecto a esto? Todos los nombres de santos y personajes conocidos no bastarían para dar a cada hombre un protector; entre los Espíritus hay pocos que tengan un nombre conocido sobre la Tierra; por esto muchas veces no se nombran, pero vosotros casi siempre queréis un nombre; entonces, para satisfacerlos, toman el de un hombre que vosotros conocéis y respetáis.


4a. Este nombre prestado, ¿puede ser considerado como un engaño? Sería un fraude de parte de un Espíritu malo que quisiera abusar; pero cuando es para o bien, Dios permite que suceda de este modo entre los Espíritus de un mismo orden, porque entre ellos hay solidaridad y semejanza de pensamientos.


5a. De este modo, cuando un Espíritu protector dice llamarse San Pablo, por ejemplo, ¿no es cierto que sea el mismo Espíritu o el alma del apóstol de este nombre? De ninguna manera, porque encontraréis millares de personas a quienes se ha dicho que su ángel guardián era San Pablo u otro; pero, ¿qué os importa si el Espíritu que os protege está tan elevado como San Pablo? Ya os lo he dicho: os hace falta un nombre, timan uno para hacerse llamar y conocer, así como vosotros tomáis nombres de bautismo para distinguiros de los otros miembros de vuestra familia. De la misma manera pueden tomar los de los arcángeles Rafael, san Miguel, etc., sin que esto tenga consecuencias. Por lo demás, cuanto más elevado es un Espíritu tanto más se multiplica su radiación; creed, pues, que un Espíritu protector de un orden superior puede tener bajo su tutela a centenares de encarnados. Entre vosotros, sobre la Tierra, tenéis notarios que se encargan de los negocios de cien y doscientas familias; ¿por qué quisierais que nosotros, espiritualmente hablando fuésemos menos aptos para la dirección moral de los hombres que aquellos para la dirección material de sus intereses?


6a. ¿Por qué los Espíritus que se comunican toman a menudo nombres de santos? Se identifican con la costumbre de aquellos a quienes hablan, y toman los nombres que son de tal naturaleza que puedan hacer sobre el hombre la mayor impresión en razón de sus creencias.


7a. ¿Ciertos Espíritus superiores que se evocan, vienen siempre en persona, o bien, como algunos lo creen, vienen por medio de mandatarios encargados de transmitir el pensamiento? ¿Por qué no han de venir en persona si pueden hacerlo? Pero si el Espíritu no puede venir, entonces por fuerza será un mandatario.


8a. ¿El mandatario es siempre bastante ilustrado para contestar como lo haría el Espíritu que le envía? Los Espíritus superiores ya saben a quién confían el cuidado de reemplazarles. Por lo demás, cuanto más elevados son los Espíritus, más se confunden en un pensamiento común, de tal modo que para ellos la personalidad es una cosa indiferente, y lo mismo debe ser para vosotros. ¿Creéis, acaso, que en el mundo de los Espíritus superiores sólo hay los que vosotros habéis conocido en la Tierra capaces de instruiros? Estáis de tal modo inclinados a creeros los tipos del Universo, que siempre pensáis que, fuera de vuestro mundo, no hay nada. Verdaderamente os parecéis a aquellos salvajes que no han salido de su isla y creen que el mundo no va más allá.


9a. Comprendemos que sea así cuando se trata de una enseñanza formal. ¿Pero cómo los Espíritus elevados permiten a los Espíritus de baja esfera el que tomen nombres respetables para inducir en error por máximas muchas veces perversas? Lo hacen sin su permiso. ¿No sucede lo mismo entre vosotros? Los que engañan de este modo serán castigados, creedlo bien, y su castigo será proporcionado a la gravedad de su impostura. De otro modo, si vosotros no fueseis imperfectos, no tendrías alrededor vuestro sino buenos Espíritus; y si sois engañados, a nadie debéis culpar sino a vosotros mismos. Dios permite que suceda de este modo para probar vuestra perseverancia y vuestro juicio enseñaros a distinguir la verdad del error; si no lo hacéis, es porque no estáis bastante elevados y tenéis aun necesidad de lecciones de experiencia.


10a. Los Espíritus poco avanzados, pero animados de buenas intenciones y del deseo de progresar, ¿están algunas veces delegados para reemplazar a un Espíritu superior a fin de proporcionarle la ocasión de ejercitarse en la enseñanza? Nunca en los grandes centros; quiero decir en los centros formales y para una enseñanza general; aquellos que se presentan lo hacen siempre por su propia cuenta y, como tú dices, para ejercitarse; por esto sus comunicaciones, aunque buenas, llevan siempre las marcas de su inferioridad. Cuando son delegados, los son únicamente para las comunicaciones poco importantes, y las que se pueden llamar personales.


11a. Las comunicaciones espiritistas ridículas están algunas veces mezcladas de máximas muy buenas. ¿Cómo se concilia esta anomalía que parecería indicar el pensamiento simultáneo de buenos y malos Espíritus? Los Espíritus malos o ligeros se mezclan también en dar sentencias sin reparar mucho en el fondo o la significación. ¿Todos aquellos que las hacen entre vosotros, los tenéis por hombres superiores? No; los Espíritus buenos y malos no se rozan: la presencia de los buenos Espíritus la reconoceréis en la uniformidad constante de buenas comunicaciones.


12a. ¿Los Espíritus que inducen en el error, lo hacen siempre sabiéndolo? No; hay Espíritus buenos, pero ignorantes y que pueden engañarse de buena fe; cuando tienen la conciencia de su insuficiencia de convencen de ello y sólo dicen lo que saben.


13a. ¿Cuándo un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace siempre con una intención malévola? No; si es un Espíritu ligero, se divierte mistificando y no tiene otro objeto.


14a. Puesto que ciertos Espíritus pueden engañar por su lenguaje, ¿pueden también a la vista de un médium vidente, tomar una apariencia falsa? Esto se hace pero con más dificultad. En todos los casos nunca tiene lugar sino con un objeto que los mismos Espíritus malos no conocen. Sirven de instrumentos para dar una lección. El médium vidente puede ver Espíritus ligeros y mentirosos, así como otros los oyen o escriben bajo su influencia. Los Espíritus ligeros pueden aprovecharse de esta disposición para abusar con apariencias engañosas; esto depende de las cualidades de su propio Espíritu.


15a. ¿Para no ser engañado basta estar animado de buenas intenciones, y los hombres verdaderamente formales, que no mezclan en sus estudios ningún sentimiento de vana curiosidad, están expuestos a ser engañados? Evidentemente menos que los otros; pero el hombre tiene siempre algunas extravagancias que atraen a los Espíritus burlones; se cree fuerte y muchas veces no lo es; debe, pues, desconfiar de la debilidad que nace del orgullo y de las preocupaciones. Nunca se toman bastante en cuenta estas dos causas, de las que los Espíritus se aprovechan; adulando las manías, están seguros de salirse con la suya.


16a. ¿Por qué permite Dios que los Espíritus malos se comuniquen y digan cosas malas? Aun en aquello que es muy malo hay una enseñanza; a vosotros toca el sacar provecho de ello; es muy necesario que haya comunicaciones de todas clases para aprender a distinguir los Espíritus buenos de los malos y serviros a vosotros mismos de espejo.


17a. ¿Pueden los Espíritus, por medio de las comunicaciones escritas, inspirar desconfianza injusta sobre ciertas personas y hacer que riñan los amigos? Los Espíritus perversos y celosos, en cuanto a mal pueden hacer lo que hacen los hombres; por esto es menester tener cuidado. Los Espíritus superiores son siempre prudentes y reservados cuando tienen que reprender; no dicen mal; advierten con miramiento. Si quieren que, en su interés, dos personas dejen de verse, harán nacer incidentes que les separarán de una manera natural. Un lenguaje propio para sembrar la turbación y la desconfianza es siempre el hecho de un Espíritu malo, cualquiera que sea el nombre que tome. Así, pues, no acojáis sino con circunspección el mal que un Espíritu puede decir de cualquiera de vosotros, sobre todo cuando un Espíritu bueno os ha hablado bien de él, y desconfiad de vosotros mismos y de vuestras propias prevenciones. En las comunicaciones de los Espíritus no toméis sino lo que tengan de bueno, de grande, de racional, y lo que vuestra conciencia apruebe.


18a. Por la facilidad con la cual los Espíritus malos se mezclan en las comunicaciones, ¿parece que nunca debe uno estar cierto de obtener la verdad? Sí, puesto que tenéis un juicio para apreciarlas. Al leer una carta sabéis conocer si es un grosero o un hombre bien educado, un zote o un sabio aquel que os escribe; ¿por qué no podrías hacerlo así cuando los Espíritus os escriben? Si recibís una carta de un amigo que está lejos, ¿qué es lo que os prueba que es suya? Su escritura, diréis vosotros; ¿pero no hay falsarios que imitan todas las escrituras, y tunantes que pueden conocer vuestros negocios? Sin embargo hay señales con las cuales no os engañaréis; lo mismo sucede con los Espíritus. Figuraos, pues, que un amigo es el que os escribe, o que leéis la obra de un escritor, y juzgad por los mismos medios.


19a. ¿Podrían los Espíritus superiores impedir que los Espíritus malos tomasen nombres falsos? Ciertamente lo pueden; pero cuanto peores son los Espíritus, más testarudos son, y a menudo se resisten a las órdenes. Es muy necesario también que sepáis que los Espíritus superiores se interesan por unas personas más que por otras, y cuando lo juzgan necesario saben preservarlas de la mentira; contra estas personas los Espíritus mentirosos son impotentes.


20a. ¿Cuál es el motivo de esta parcialidad? No es parcialidad, es justicia; los Espíritus buenos se interesan por aquellos que hacen caso de sus avisos, y trabajan formalmente para su propio mejoramiento; son sus preferidos y les secundan, pero se cuidan poco de aquellos con los cuales pierden su tiempo con hermosas palabras.


21a. ¿Por qué permite Dios a los Espíritus malos cometer el sacrilegio de tomar falsamente nombres venerados? También podrías preguntar por qué Dios permite a los hombres mentir y blasfemar. Los Espíritus, así como los hombres, tienen su libre albedrío, tanto en el bien como en el mal; pero ni a los unos ni a los otros les faltará a justicia de Dios.


22a. ¿Hay fórmulas eficaces para echar fuera a los Espíritus mentirosos? Fórmula es la materia; buen pensamiento hacia Dios, vale más.


23a. Ciertos Espíritus han dicho que tenían señales gráficas inimitables, especie de emblemas que pueden hacerles reconocer y hacer constar su identidad. ¿Esto es verdad? Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse reconocer que la superioridad sus ideas y de su lenguaje. Todos los Espíritus pueden imitar una señal material. En cuanto a los inferiores, se hacen traición de tantos modos, que es menester ser ciego para dejarse engañar.


24a. ¿Los espíritus mentirosos pueden también fingir el pensamiento? Fingen el pensamiento como las decoraciones del teatro fingen la naturaleza.


25a. ¿Parece de este modo que siempre es fácil el descubrir la falsificación por medio de un estudio atento? No lo dudéis; los Espíritus solo engañan a los que se dejan engañar. Pero es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para distinguir la verdadera piedra de la falsa; así, pues, el que no sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al lapidario.


26a. Hay personas que se dejan seducir por un lenguaje enfático; que se contentan más de palabras que de ideas; que toman también las ideas falsas y vulgares por ideas sublimes; ¿cómo estas personas, que ni siquiera son aptas para juzgar las obras de los hombres, pueden juzgar las de los Espíritus? Cuando estas personas tienen bastante modestia para reconocer su insuficiencia, no se fían de ellas mismas; cuando por el orgullo se crean más capaces de lo que son, sufren la pena de su tonta vanidad. Los Espíritus mentirosos saben a quién se dirigen; hay personas sencillas y poco instruidas que son más difíciles de engañar que otras que tienen genio y saber. Adulando las pasiones hacen del hombre todo lo que quieren.


27a. En la escritura, ¿los Espíritus malos se hacen traición algunas veces por señales materiales involuntarias? Los hábiles no lo hacen; los torpes se descubren. Toda señal inútil y pueril es un indicio cierto de inferioridad; los Espíritus elevados nada hacen inútil.


28a. Muchos médiums reconocen los buenos y los malos Espíritus con la impresión agradable o desagradable que resienten al acercarse. Preguntamos si la impresión desagradable, la agitación convulsiva, el malestar, en una palabra, ¿son siempre indicios de la mala naturaleza de los Espíritus que se manifiestan? El médium experimenta las sensaciones del estado en que se encuentra el Espíritu que viene a él. Cuando el Espíritu es feliz, está tranquilo, ligero, sosegado; cuando es desgraciado, está agitado febril y esta agitación pasa, naturalmente, al sistema nervioso del médium. Por lo demás, lo mismo sucede al hombre en la Tierra: el que es bueno está sereno y tranquilo; el que es malo, sin cesar está agitado.


Observación. — Hay médiums de una impresión nerviosa más o menos grande; por esto la agitación no podría ser mirada como una regla absoluta; en esto como en todas las cosas es menester tomar en cuenta las circunstancias. El carácter penoso y desagradable de la impresión es un efecto de contraste, porque si el Espíritu del médium simpatiza con el Espíritu malo que se manifiesta, estará poco o nada afectado. Por lo demás, es preciso no confundir la rapidez de la escritura, que tiende a la extrema flexibilidad de ciertos médiums, con la agitación convulsiva que los médiums más lentos pueden experimentar al contacto de los Espíritus imperfectos.