EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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295. Preguntas sobre los tesoros ocultos


30. ¿Pueden los Espíritus hacer que se descubran los tesoros ocultos? Los Espíritus superiores no se ocupan de estas cosas; pero los Espíritus burlones, a menudo indican tesoros que no existen, o pueden también hacer ver que hay uno en un paraje, mientras que está a la parte opuesta; y esto tiene su utilidad para demostrar que la verdadera fortuna está en el trabajo. Si la Providencia destina riquezas ocultas a alguno, las encontrará naturalmente; pero no de otro modo.


31. ¿Qué hemos de pensar de la creencia de los Espíritus guardianes, de los tesoros ocultos? Los Espíritus que aún no están desmaterializados se apegar a las cosas. Los avaros que han ocultado sus tesoros pueden aun vigilarlos y guardarlos después de la muerte, y la perplejidad en que están de verlos arrebatar es uno de sus castigos, hasta que comprenden la inutilidad para ellos. Hay también Espíritus de la Tierra encargados de dirigir las transformaciones interiores y de los que por alegoría se han hecho los guardianes de las riquezas naturales.


Observación. — La cuestión de los tesoros ocultos están en la misma categoría que las de las herencias desconocidas; bien loco sería el que contase con las pretendidas revelaciones que pueden hacérsele por los bromistas del mundo invisible. Hemos dicho que cuando los Espíritus tienen o pueden hacer semejantes revelaciones, las hacen espontáneamente, y no tiene necesidad de médium para esto. Aquí tenéis un ejemplo:


“Una señora acababa de perder a su marido después de treinta años de matrimonio, y se encontraba en vísperas de ser expulsada de su domicilio, sin ningún recurso, para sus hijastros, a los que había hecho de madre. Su desespero llegaba a su colmo, cuando una tarde se le apareció su marido y le dijo que le siquiera a su gabinete; allí le enseñó su secreter que estaba aún con los sellos del embargo, y por un efecto de doble vista, le hizo ver el interior; le indicó un cajón secreto que ella no conocía y cuyo mecanismo le explicó, añadiendo: “he previsto lo que sucedería, y he querido asegurar vuestra suerte; en este cajón están mis últimas disposiciones; os cedo el usufructo de esta casa y una renta de ...”; después desapareció. El día que se quitaron lo sellos nadie pudo abrir el cajón; entonces la señora contó lo que la había sucedido. Lo abrió siguiendo las instrucciones que le había dado su marido, y se encontró el testamento conforme a lo que le había sido anunciado”.