CAPÍTULO XXXI - DISERTACIONES ESPIRITISTAS
Hemos reunido en este capítulo algunas comunicaciones
dictadas espontáneamente, que pueden completar y confirmar los
principios contenidos en esta obra. Podríamos haber citado un
número mayor, pero nos limitamos a aquellas que más
particularmente tienen relación con el porvenir del Espiritismo,
de los médiums, y de las reuniones. Las damos a la vez como
instrucción y como tipos de la clase de comunicaciones
verdaderamente formales. Terminamos con algunas
comunicaciones apócrifas seguidas de notas a propósito para
hacerlas conocer.
Sobre el Espiritismo
I
Tened confianza en la bondad de Dios, y sed bastante
perspicaces para comprender los preparativos de la nueva vida
que os destina. Verdad es que no os será dado gozar de ella en
esta existencia, ¿pero no seréis felices, sino volvéis a vivir en este
globo, considerando desde arriba la obra que habréis empezado
y que se desarrollará a vuestros ojos? Estad animados por una fe
firme y sin vacilar contra los obstáculos que parece deber
levantarse contra el edificio cuyos cimientos ponéis. Las bases
sobre las cuales se apoya son sólidas: Cristo puso la primera piedra. ¡Ánimo, pues, arquitectos del Divino Maestro! Trabajad,
edificad. Dios coronará vuestra obra. Pero no olvidéis que Cristo
desconoce a cualquiera de sus discípulos que sólo tenga la caridad
en los labios; no basta creer, sobre todo es menester dar ejemplo
de bondad, de benevolencia y de desinterés, sin esto, vuestra fe
será estéril para vosotros.
San Agustín.
II
Cristo mismo preside los trabajos de toda clase que están
en vías de cumplirse para abriros la era de renovación y de
perfeccionamiento que os predicen vuestros guías espirituales.
Si en efecto, echáis una mirada fuera de las manifestaciones
espiritistas, sobre los acontecimientos contemporáneos,
reconocerías sin duda alguna, las señales precursoras que os
probarán de una manera irrecusable que han llegado los tiempos
predichos. Las comunicaciones se establecen entre todos los
pueblos; destruidas las barreras materiales, los obstáculos
morales que se oponen a su unión, los prejuicios políticos y
religiosos se borrarán rápidamente, y el reino de la fraternidad
se establecerá en fin de una manera sólida y duradera. Observad
desde hoy a los mismos soberanos, empujados por una mano
invisible, tomar, cosa nunca oída por vosotros, la iniciativa en
las reformas, y las reformas que vienen de arriba y
espontáneamente son mucho más rápidas y más duraderas que
las que vienen de abajo y arrancadas por la fuerza. A pesar de
los prejuicios de la infancia y de la educación a pesar del culto a
la tradición, yo había presentido la época actual; soy feliz por
ello, y soy aun más feliz viniendo a deciros: Hermanos, ánimo.
Trabajad para vosotros y para el porvenir de los vuestros. Trabajad
sobre todo por vuestro mejoramiento personal, y gozaréis en
vuestra primera existencia de una felicidad de la que os es tan
difícil el formaros una idea, como a mí el hacerla comprender.
Chateaubriand.
III
Pienso que el Espiritismo es un estudio enteramente
filosófico de las causas secretas, de los movimientos interiores
del alma, poco o de ninguna manera definidos hasta ahora.
Explica aun más de lo que descubre nuevos horizontes. La
reencarnación y las pruebas sufridas antes de llegar al fin
supremo, no son revelaciones sino una confirmación importante.
Estoy conmovido por las verdades que este medio pone en
evidencia. Digo medio con intención, porque a mi parecer, el
Espiritismo es una palanca que aparta las barreras de la
obscuridad. La preocupación por las cuestiones morales, está
enteramente por crearse; se discute la política que examina los
intereses generales, se discuten los intereses privados, se toma
pasión por el ataque o defensa de personalidades; los sistemas
tienen sus partidarios y sus detractores; pero las verdades morales,
las que son el pan del alma, el pan de la vida, se han dejado en el
polvo acumulado por los siglos. Todas las perfecciones son útiles
a los ojos de la multitud, menos la del alma; su educación, su
elevación son quimeras, buenas todo lo más para ocupar los ocios
de los sacerdotes, de los poetas, de las mujeres, sea por seguir la
moda, o como enseñanza.
Sí el Espiritismo resucita al Espiritualismo, volverá a la
sociedad el aliento que da a los unos la dignidad interior y a
los otros la resignación; a todos la necesidad de elevarse hacia
el Ser supremo, olvidado y desconocido por sus ingratas
criaturas.
J. J. Rousseau.
IV
Si Dios envía a los hombres Espíritus para instruirles, es
con el fin de ilustrarles sobre sus deberes, enseñarles el camino
que puede abreviar sus pruebas y por eso mismo activar su
adelantamiento; además de la misma manera que el fruto llega a
sazonarse, también el hombre llegará a la perfección. Pero al
lado de los Espíritus buenos que quieren vuestro bien, hay también
los Espíritus imperfectos que quieren vuestro mal; mientras los
unos os conducen adelante, los otros os empujan hacia atrás;
debéis poner toda vuestra atención para distinguirles; el medio
es fácil: procurad sólo comprender que todo lo que viene de un
Espíritu bueno no puede dañar a nadie, y que todo lo que es malo
solo puede proceder de un Espíritu malo. Si vosotros no escucháis
las prudentes amonestaciones de los Espíritus que os quieren bien,
si os agraviáis con las verdades que pueden deciros, es evidente
que os aconsejan los malos Espíritus; sólo el orgullo puede
impediros el que os reconozcáis tales como sois; pero si no lo veis
vosotros mismos, otros lo ven por vosotros; de manera que sois
censurados por los hombres que se ríen detrás de vosotros y por
los Espíritus.
Un Espíritu familiar.
V
Vuestra Doctrina es santa y hermosa. El primer jalón está
plantado y con mucha solidez. Ahora ya no tenéis otra cosa que
hacer sino marchar; el camino que se os ha abierto es grande,
majestuoso. Bienaventurado el que llegare al puerto; cuanto
más prosélitos haya hecho, más le será tomado en cuenta. Pero
por esto no abracéis la Doctrina fríamente; es menester hacerlo
con ardor, y este ardor será doble porque Dios está siempre con
vosotros cuando hacéis el bien. Todos aquellos que condujereis
serán otras tantas ovejas que volverán a entrar en el redil;
¡pobres rebaños, medio descarriados! Creed bien que el más
escépticto, el más ateo, el más incrédulo, en fin, tiene siempre
un pequeño rincón en su corazón que quisiera ocultar a sí mismo.
Pues bien, este es el pequeño rincón que debéis buscar, el que es preciso encontrar; este lado vulnerable es el que debe atacarse;
es una pequeña brecha que se ha dejado abierta expresamente
por Dios para facilitar a su criatura el medio de volver a entrar
en su seno.
San Benito.
VI
No os asustéis por ciertos obstáculos y por ciertas
controversias.
No atormentéis a nadie con ninguna insistencia; la
persuasión solo llegará a los incrédulos por vuestro desinterés,
por vuestra tolerancia y vuestra caridad para todos, sin
excepción.
Guardaos sobre todo de violentar la opinión, ni con palabras
ni con demostraciones públicas. Cuanto más modestos seáis más
conseguiréis haceros apreciar. Que no os haga obrar ningún móvil
personal y encontraréis en vuestras conciencias una fuerza de
atracción que sólo el bien proporciona.
Los Espíritus trabajan por orden de Dios para el progreso
de todos, sin excepción; vosotros espíritas haced lo mismo.
San Luis.
VII
¿Cuál es la institución humana, aun divina que no ha tenido
obstáculos que vencer, cismas contra los cuales ha sido preciso
luchar? Si tuviesen una existencia triste y lánguida no se dirigirían
contra vosotros, sabiendo bien que deberíais sucumbir de un
momento a otro; pero como vuestra vitalidad es fuerte y activa,
como el árbol espírita tiene fuertes raíces, suponen que puede
vivir largo tiempo y ensayan con el hacha contra él. ¿Que harán
stos envidiosos? Todo lo más cortarán algunas ramas que
rebrotarán con nueva savia y serán más fuertes que nunca.
Channing.
VIII
Voy a hablaros sobre la firmeza que debéis tener en vuestros
trabajos espíritas. Se os ha hecho una cita con este objeto, os
aconsejo que la estudiéis de corazón y que os apliquéis al espíritu
de ella; porque de la misma manera que San Pablo, vosotros seréis
perseguidos no en carne y hueso, sino en espíritu; los incrédulos,
los fariseos de la época, blasfemarán de vosotros y os abofetearán;
pero no temáis, esta será una prueba que os fortificará si sabéis
sobrellevarla por amor a Dios y más tarde veréis coronados
vuestros esfuerzos; éste será un gran triunfo para vosotros en el
día de la eternidad, sin olvidar que, en este mundo, es ya un
consuelo para las personas que han perdido parientes y amigos;
sabed que son felices y que podéis comunicaros con ellos, es ya
una dicha. Marchad, pues, adelante; cumplid la misión que Dios
os ha dado, y os será tomada en cuenta el día que comparezcáis
ante el Todopoderoso.
Channing.
IX
Vengo yo, tu Salvador y tu juez vengo como antes entre los
hijos descarriados de Israel; vengo a traer la verdad y a disipar
las tinieblas. Escuchadme. El Espiritismo, como otrora mi palabra,
debe recordar a los materialistas que, por encima de ellos reina
la inmutable verdad: el Dios bueno, el Dios grande que hace
germinar la planta y que levanta las olas. Revelé la doctrina
divina; como un segador he atado en manojos el bien esparcido
en la Humanidad, y dije: ¡Venid a mí todos vosotros que sufrís!
Pero los hombres ingratos se han apartado del camino recto
y amplio que conduce al reino de nuestro Padre, dispersos en los
ásperos atajos de la impiedad. Nuestro Padre no quiere aniquilar
la raza humana; no ya por los profetas, tampoco por los apóstoles,
quiere que ayudándoos unos a los otros, muertos y vivos, es decir,
muertos según la carne, porque la muerte no existe, os socorráis,
y que la voz de aquellos que ya no están se haga oír para gritaros:
¡Rogad y creed! Porque la muerte es la resurrección y la vida la
prueba elegida, durante la cual vuestras virtudes cultivadas deben
crecer y desarrollarse como el cedro.
Creed en las voces que os responden: son las mismas almas
de aquellos que evocáis. Sólo me comunico rara vez; mis amigos,
aquellos que me asistieron en vida y en la muerte son los
intérpretes divinos de la voluntad de nuestro Padre.
Hombres débiles que creéis en el error de vuestras obscuras
inteligencias, no apagueis la antorcha que la clemencia divina
coloca en vuestras manos para iluminar vuestro camino y
conduciros, hijos perdidos, al regazo de nuestro Padre.
En verdad os digo, creed en la diversidad, en la
multiplicidad de los Espíritus que os rodean. Estoy demasiado
conmovido por vuestras miserias, por vuestra inmensa debilidad
para no tender una mano protectora a los infelices descarriados
que, viendo el cielo, caen en el abismo del error. Creed, amaos,
comprended las verdades que os son reveladas; no mezcléis la
cizaña con el buen grano, los sistemas con las verdades.
¡Espíritas! ¡Amaos! He aquí la primera enseñanza;
instruíos, aquí tenéis la Segunda. Todas las verdades se encuentran
en el Cristianismo; los errores que en él han echado raíces son de
origen humano; y ved que más allá de la tumba que vosotros
creéis la nada, voces os gritan: ¡Hermanos! Nada perece;
Jesucristo es el vencedor del mal, sed vosotros los vencedores de
la impiedad.
Nota. – Esta comunicación, obtenida por uno de los mejores
médiums de la Sociedad Espírita de París, está firmada con un
nombre que el respeto no nos permite reproducir sino bajo toda
reserva, tan grande sería el insigne favor de su autenticidad y
porque se ha abusado demasiado de él en las comunicaciones
evidentemente apócrifas; este nombre es el de Jesús de Nazareth.
No dudamos de ningún modo que pueda manifestarse; pero si los
Espíritus verdaderamente superiores no lo hacen sino en
circunstancias excepcionales, la razón nos impide creer que el
Espíritu puro por excelencia responde al llamamiento de
cualquiera; en todo caso habría profanación en atribuirle un
lenguaje indigno de él.
Por estas consideraciones nos hemos abstenido siempre de
publicar nada que lleve este nombre; y creemos que no se podría
ser bastante circunspecto en las publicaciones de esta clase, que
sólo tienen autenticidad por el amor propio, y que el menor
inconveniente es de proporcionar armas a los adversarios del
Espiritismo.
Como hemos dicho, cuanto más elevados están los Espíritus
en la jerarquía, tanta más desconfianza debe haber en aceptar su
nombre; sería menester estar dotado de una grande dosis de orgullo
para vanagloriarse de tener el privilegio de sus comunicaciones y
creerse digno de hablar con ellos como con sus iguales. En la
comunicación antecedente, no hacemos constar sino una cosa: la
superioridad incontestable del lenguaje y de los pensamientos,
dejando a cada uno el cuidado de juzgar si aquel cuyo nombre
lleva la desmentiría.
Sobre los médiums
X
Todos los hombres son médiums; todos tienen un Espíritus
que les dirige hacia el bien cuando saben escucharle. Que unos
se comuniquen directamente con él por una mediumnidad
particular, que otros solo le oigan la voz del corazón y de la
inteligencia, poco importa, no por esto deja de ser el Espíritu
familiar que les aconseja. Llamadle espíritu, razón, inteligencia,
siempre es una voz que responde a vuestra alma y os dicta buenas
palabras; solo que vosotros no las comprendéis siempre. No todos
saben obrar según los consejos de la razón, no de esta razón que
se arrastra y humilla más bien que marcha, de esta razón que se
pierde en medio de los intereses materiales y groseros, sino de la
razón que eleva al hombre sobre sí mismo, que le transporta hacia
las regiones desconocidas; llama sagrada que inspira al artista y
al poeta, pensamiento divino que eleva al filósofo, fervor que
arrastra a los individuos y a los pueblos, razón que el vulgo no
puede comprender, pero que eleva al hombre y le acerca a Dios,
más que a ninguna otra criatura, entendimiento que sabe
conducirle de lo conocido a lo desconocido y le hace ejecutar las
cosas más sublimes. Escuchad, pues, a esta voz interior, a este
buen genio que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a
oír a vuestro ángel guardián que os tiende la mano desde lo alto
de los cielos; lo repito, la voz íntima que habla al corazón es la de
los buenos Espíritus, y bajo este punto de vista todos los hombres
son médiums.
Channing
XI
El don de la mediumnidad es tan antiguo como el mundo;
los profetas eran médiums; los misterios del Eleusis estaban
fundados sobre la mediumnidad; los Caldeos, los Asirios, tenían
médiums; Sócrates estaba dirigido por un Espíritu que le
inspiraba los admirables principios de su filosofía; él oía su
voz. Todos los pueblos han tenido sus médiums, y las
inspiraciones de Juana de Arco no eran otra cosa que la voz de
los Espíritus bienhechores que la dirigían. Este don que se
esparce hoy día, era más raro en la edad media, pero jamás ha
cesado. Swedenborg y sus adeptos tuvieron una numerosa
escuela. La Francia de los últimos siglos, burlona y ocupada
con una filosofía que queriendo destruir los abusos de la
intolerancia religiosa, ofuscaba bajo el ridículo todo lo que era
ideal, la Francia debía alejar al Espiritismo que no cesaba de
progresar en el Norte. Dios había permitido esta lucha de ideas
positivas contra las ideas espiritistas, porque el fanatismo se
había hecho una arma de estas últimas; ahora que los progresos
de la industria y de las ciencias han desarrollado el arte de
vivir bien, a tal punto que las tendencias materiales han venido
a ser dominantes, Dios quiere que los Espíritus vuelvan otra
vez a conducir los intereses del alma; quiere que el
perfeccionamiento del hombre moral sea lo que debe ser, es decir,
el fin y el objeto de la vida. El Espíritu humano sigue una marcha
necesaria, imagen de la gradación sufrida por todo lo que puebla
el Universo visible e invisible; todo progreso llega a su hora: la
de elevación moral ha llegado para la Humanidad; no se
cumplirá en vuestros días; pero dad gracias a Dios de que
asistáis a la aurora bendecida.
Pedro Jouty (Padre del médium).
XII
Dios me ha encargado de una misión que debo cumplir con
los creyentes a quienes favorece con la mediumnidad. Cuántas
más gracias reciben del Altísimo, más peligros corren, y estos
peligros son tanto más grandes porque toman origen en los mismos
favores que Dios les concede. Las facultades de que gozan los
médiums les atraen los elogios de los hombres, las felicitaciones,
las adulaciones: aquí está su escollo. Estos mismos médiums que deberían tener siempre presente en la memoria su incapacidad
primitiva lo olvidan; hacen más: lo que sólo deben a Dios lo
atribuyen a su propio mérito. ¿Qué sucede entonces? Los buenos
Espíritus le abandonan, vienen a ser un juguete para los malos, y
no tienen brújula para guiarse; cuanto más capaces se hacen,
más inclinados están en atribuirse un mérito que no les pertenece,
hasta que por fin Dios les castiga retirándoles una facultad que
sólo pudo serles fatal.
No sabría cómo recomendaros a vuestro ángel guardian,
para que os ayude a estar siempre preparados contra vuestro más
cruel enemigo que es el orgullo. Acordáos mucho los que tenéis
la dicha de ser los intérpretes entre los Espíritus y los hombres,
que sin el apoyo de nuestro divino Maestro seréis castigados con
más severidad, porque habréis sido más favorecidos.
Espero que esta comunicación dará sus frutos y deseo que
pueda ayudar a los médiums a mantenerse en guardia contra el
escollo donde vendría a destruirse, este escollo ya os lo he dicho,
es el orgullo.
Juana de Arco.
XIII
Cuando vosotros queráis recibir comunicaciones de
buenos Espíritus, conviene prepararos a este favor por el
recogimiento, por sanas intenciones y por el deseo de hacer el
bien con respecto al progreso general; porque acordaos que el
egoísmo es una causa de atraso para todo adelantamiento.
Acordaos de que Dios permite a algunos de entre vosotros el
que recibáis la inspiración de ciertos hijos suyos que por su
conducta, han sabido merecer la felicidad comprender su bondad
infinita, es que quieres a solicitud nuestra y en vista de vuestras
buenas intenciones, daros los medios de adelantar en su camino;
así, pues, médiums sacad provecho de esta facultad que Dios
quiere concederos. Tened fe en la mansedumbre de nuestro
Maestro; tened la caridad siempre en práctica; no os canséis
nunca de ejercer esta sublime virtud así como la tolerancia.
Que vuestras acciones estén siempre en armonía con vuestra
conciencia, es un medio cierto de centuplicar vuestra felicidad
en esta vida pasajera y prepararos a una existencia mil veces
más dulce aun.
El médium de entre vosotros que no se sienta con fuerzas
de perseverar en la enseñanza de los Espíritus, que se abstenga;
porque no sacando provecho de la luz que le ilumina, será menos
excusable que otro, y deberá expiar su ceguedad.
Pascal.
XIV
Hoy os hablaré del desinterés que debe ser entre los
médiums una de sus cualidades esenciales, de la misma manera
que la modestia y la abnegación. Dios les ha dado esta facultad
con el fin de que ayuden a propagar la verdad, pero no para
hacer de ella un tráfico; y por esto no sólo entiendo aquellos que
quisieran explotarla como lo harían con un talento ordinario,
que se harían médiums como uno se hace cantor o bailarín, sino
todos aquellos que pretendiesen servirse de ella con cualquier
mira de interés material.
¿Es racional el creer que los buenos Espíritus y menos
aun Espíritus superiores, que condenan la avaricia, consientan
a entregarse en espectáculo, y que como las comparsas, se
pongan a disposición de un empresario de manifestaciones
espiritistas? No lo es tampoco el suponer que Espíritus buenos
puedan favorecer miras de orgullo y de ambición. Dios les
permite comunicarse con los hombres para sacarlos del cenegal
terrestre y no para servir de instrumentos a las pasiones
mundanas. No puede, pues, ver con placer a los que desvían de
su verdadero objeto el don que les ha hecho y os aseguro que
serán castigados, aun aquí abajo por la más amargas decepciones.
Delfina de Girardín.
XV
Todos los médiums son incontestablemente llamados a servir
a la causa del Espiritismo según la medida de su facultad, pero
hay muy pocos que no se dejan prender en el lazo del amor propio;
es una piedra de toque que poca veces deja de producir su efecto;
así es que sobre cien médiums, apenas encontraréis uno por ínfimo
que sea, que no se haya creído en los primero tiempos de su
mediumnidad, llamado a obtener resultados superiores y
predestinados a grandes misiones. Los que sucumben a esta
vanidosa esperanza cuyo número es grande, vienen a ser presa
inevitable de Espíritus obsesores que no tardan en subyugarles
adulando su orgullo y tomándoles por la parte flaca; cuanto más
se han querido elevar, más ridícula es su caída, cuando no es
desastrosa para ellos. Las grandes misiones sólo se confían a los
hombres elegidos, y Dios mismo les coloca sin que ellos los
busquen en el centro y en la posición en que su concurso podrá
ser eficaz. Nunca está demás recomendar a los médiums inexpertos
que desconfíen de lo que ciertos Espíritus puedan decirles, tocante
al pretendido papel que están llamados a representar; porque si
lo creen así solo recogerán defecciones en este mundo y un severo
castigo en el otro. Que se persuadan bien que en la esfera modesta
y obscura en que están colocados pueden prestar grandes
servicios, ayudando a la conversión de los incrédulos o dando
consuelo a los afligidos; si deben salir de este círculo serán
conducidos por una mano invisible que preparará los caminos
puestos en evidencia, por decirlo así, a pesar suyo. Que se
recuerden bien de aquellas palabras: “El que se eleva será
abatido, el que se abata será elevado”.
El Espíritu de Verdad
Sobre las sociedades espiritistas
Nota. — En el número de las comunicaciones siguientes
algunas se han dado en la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas o a su intención; otras que se nos han transmitido por
diferentes médiums, contienen consejos generales sobre las
reuniones, su formación y los escollos que se pueden encontrar.
XVI
¿Por qué no empezáis vuestras sesiones por una invocación
general, una especie de plegaria que prepararía al recogimiento?
Porque es menester que sepáis que sin el recogimiento solo
obtendréis comunicaciones ligeras; los Espíritus buenos solo van
adonde se les llama con fervor y sinceridad. Esto es lo que no se
comprende bastante; a vosotros, pues, toca el dar ejemplo; a
vosotros que si lo queréis podéis llegar a ser una de las columnas
del nuevo edificio.
Vemos vuestros trabajos con placer y los ayudamos, pero a
condición de que nos secundéis desde vuestro lado y que os
mostréis a la altura de la misión que fuisteis llamados a cumplir.
Formad, pues, la unión y seréis fuertes y los Espíritus malos no
prevalecerán contra vosotros. Dios ama a los sencillos de espíritu
lo que no quiere decir a los necios, sino a aquellos que hacen
abnegación de sí mismos y que vienen a Él sin orgullo. Podéis
llegar a ser un foco de luz para la Humanidad; sabed, pues,
distinguir el buen grano de la cizaña; sembrad sólo el buen grano
y guardaos de esparcir la cizaña porque ésta impedirá al buen
grano de crecer, y vosotros seríais responsables de todo el mal
que haga, de la misma manera que seréis responsables de las
malas doctrinas que podríais propagar. Acordaos de que el mundo
podrá tener un día la vista sobre vosotros; haced, pues, que nada
obscurezca el resplandor de las cosas buenas que saldrán de
vuestro seno, por esto os recomendamos que oréis a Dios para
que os asista.
San Agustín
Rogado San Agustín para que diera una fórmula de
invocación general, respondió:
“Ya sabéis que no hay fórmula absoluta. Dios es muy grande
para dar más importancia a las palabras que al pensamiento.
Además no creáis que baste el pronunciar algunas palabras para
separar a los malos Espíritus; sobre todo guardaos de hacer una
de esas fórmulas ligeras que se recitan para descargo de la
conciencia; su eficacia está en la sinceridad del sentimiento que
la dicta, está sobre todo en la unanimidad de la intención, porque
ninguno de aquellos que no se asociasen a ella de corazón, no
podría sacar beneficio ni hacer beneficiar a los demás. Redactarla
vosotros mismos y sometedla a mi examen si queréis yo os
ayudaré.”
Nota. — La fórmula siguiente de evocación general ha sido
redactada con asistencia de los Espíritus que la han completado
en muchos puntos.
Rogamos a Dios Todopoderoso que nos envíe Espíritus
buenos para asistirnos y aleje aquellos que podrían inducirnos
en error; dadnos la luz necesaria para distinguir la verdad de la
impostura.
Separad también a los Espíritus malévolos que podrían
poner la desunión entre vosotros suscitando la envidia, el orgullo
y los celos. Si algunos intentasen introducirse aquí, en nombre de
Dios, les conjuramos a que se retiren.
Espíritus buenos que presidís nuestros trabajos, dignaos
instruirnos y hacernos dóciles a vuestros consejos. Haced que
todo sentimiento personal se borre en nosotros ante el pensamiento
del bien general.
Rogamos particularmente a..., nuestro protector especial,
para que tenga a bien prestarnos hoy su asistencia.
XVII
Amigos míos, dejadme que os dé un consejo, porque vosotros
marcháis sobre un terreno nuevo y si seguís la ruta que os
indicamos no os perderéis. Se os ha dicho una cosa que es muy
verdadera y queremos recordárosla; es que el Espiritismo solo es
una moral, y no debe salir de los límites de la filosofía ni un solo
paso, si no quiere caer en el dominio de la curiosidad. Dejad a un
lado la cuestión de las ciencias: la misión de los Espíritus no es
de resolverlas ahorrándoos el trabajo de la investigación, sino
procurar haceros mejores porque de este modo es como avanzares
realmente.
San Luis.
XVIII
Se han burlado de las mesas giratorias, nunca se burlarán
de la filosofía, de la sabiduría y de la caridad que brillan en las
comunicaciones formales. Este fue el vestíbulo de la ciencia;
entrando en él deben dejarse las preocupaciones como uno deja
la capa. Nunca os instaré bastante para que hagáis un centro
formal de vuestras reuniones. Que en otra parte se hagan
demostraciones físicas, que Allá se vea, que acullá se oiga, haced
que entre vosotros se comprenda y se ame. ¿Qué creéis que sois
vosotros a los ojos de los Espíritus superiores cuando habéis hecho
girar o levantar una mesa? Estudiantes; ¿acaso el sabio pasa el
tiempo en repasar el a, b, c de la ciencia? Mientras que viéndoos
buscar las comunicaciones formales se os considera como hombres
también formales en busca de la verdad.
San Luis.
Habiendo preguntado a San Luis si entendía por esto
vituperar las manifestaciones físicas, contestó:
Yo no podría vituperar las manifestaciones físicas, puesto
que si tienen lugar, es con permiso de Dios y con un fin útil;
diciendo que fueron el vestíbulo de la ciencia, las coloco en su
verdadero puesto y afirmo su utilidad. Yo sólo vitupero a aquellos
que hacen de ellas un objeto de diversión y de curiosidad, sin
aprovechar la enseñanza que es su consecuencia; son para la
filosofía del Espiritismo lo que la gramática para la literatura, y
el que ha llegado a cierto grado en una ciencia no pierde el tiempo
en repasar los elementos.
XIX
Amigos míos y fieles creyentes, soy siempre feliz de poderos
dirigir por el camino del bien; es una misión dulce que Dios me
da, de la que estoy contentísimo, porque el ser útil es siempre una
recompensa. Que el Espíritu de caridad os reúna, tanto a la
caridad que da como a la caridad que ama. Manifestaos pacientes
contra las injurias de vuestros detractores; sed firmes en el bien,
y sobre todo humildes ante Dios; sólo la humildad eleva; es la
única grandeza que Dios reconoce. Entonces solo vendrán a
vosotros los Espíritus buenos; de lo contrario el del mal se
apoderaría de vuestra alma. Sed bendecidos en nombre del
Creador y os engrandeceréis a los ojos de los hombres, al mismo
tiempo que a los ojos de Dios.
San Luis.
XX
La unión es la fuerza; debéis estar unidos para ser fuertes.
El Espiritismo ha germinado, echado sus profundas raíces; y va
a extender sobre la Tierra sus ramas bienhechoras. Es menester
haceros invulnerables contra los lances emponzoñados de la
calumnia y de la negra falange de Espíritus ignorantes, egoístas
e hipócritas. Para conseguirlo, que una indulgencia y una
benevolencia recíprocas presidan vuestras relaciones; que
vuestros defectos pasen desapercibidos, que sólo vuestras
cualidades sean notadas; que la antorcha de la amistad santa
reúna, esclarezca y enardezca vuestros corazones, y resistiréis a
los ataques impotentes del mal, como resiste la roca a la ola
furiosa.
San Vicente de Paúl.
XXI
Amigos míos, vosotros queréis formar una reunión espírita
y os lo apruebo, porque los Espíritus no pueden ver con placer
que los médiums estén aislados. Dios no les ha dado esta sublime
facultad para ellos solos, sino para el bien general.
Comunicándose con otros, tienen mil ocasiones de ilustrarse sobre
el mérito de las comunicaciones que reciben, mientras que solos,
están mucho mejor bajo el imperio de los Espíritus mentirosos,
maravillados de no tener comprobación. Esto es para vosotros, y
si no estáis dominados por el orgullo, lo comprenderéis y de ello
sacaréis provecho. Vamos ahora para los demás.
¿Os habéis dado cuenta de lo que debe ser una reunión
espiritista? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede
hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el
fin de convencerlas. Desengañaos; cuantos menos fuereis más
obtendréis. Es sobre todo por el ascendiente moral que vosotros
ejerceréis, que atraeréis a los incrédulos, mucho más que por
los fenómenos que obtengáis; si sólo atraéis por los fenómenos,
os vendrán a ver por curiosidad y encontraréis curiosos que no
os creerán y que se reirán de vosotros; si solo se encuentran
entre vosotros personas dignas de estima, puede ser que no se
os crea en seguida, pero se os respetará, y el respeto inspira
siempre confianza. Estáis convencidos que el Espiritismo debe
conducir a una reforma moral; que vuestra reunión sea, pues, la
primera en dar ejemplo de virtudes cristianas, porque en este
tiempo de egoísmo, en las sociedades espiritistas la verdadera
caridad debe encontrar un refugio (1). Tal debe ser, amigos míos,
una reunión de verdaderos espiritistas. Otra vez ya daré otros
consejos.
Fenelón.
XXII
Me habéis preguntado si la multiplicidad de grupos en una
misma localidad, podría engendrar rivalidades sensibles para la
doctrina. A esto os responderé que los están imbuidos de los
verdaderos principios de esta doctrina, miran como hermanos a
todos los espiritistas y no como rivales; los que mirasen a las
otras reuniones con celos, probarían que hay entre ellos una
segunda intención de interés o de amor propio, y que no están
guiados por el amor a la verdad. Os aseguro que si estas personas
estuviesen entre vosotros, pronto sembrarían la turbación y la
desunión. El verdadero Espiritismo tiene por divisa la
benevolencia y la caridad; excluye toda rivalidad que no sea el
bien que puede hacerse; todos los grupos que se inscriban bajo
(1) Nosotros conocemos un sujeto que fue aceptado para un empleo de confianza
en una casa importante, porque era espiritista sincero y se ha creído encontrar una garantía
de moralidad en sus creencias. su estandarte podrán darse la mano como buenos vecinos, que no
son menos amigos aun cuando no habiten una misma casa. Los
que pretendan tener los mejores Espíritus por guías, deberán
probarlo enseñando los mejores sentimientos; que haya, pues entre
ellos lucha, pero lucha de grandeza de alma, de abnegación, de
bondad y de humildad; el que lanzase al otro piedras, sólo por
esto probaría que está tentado por malos Espíritus. La naturaleza
de los sentimientos que dos hombres manifiestan el uno con
respecto al otro, es la piedra de toque que hace conocer la
naturaleza de los Espíritus que les asisten.
Fenelón.
XXIII
El silencio y el recogimiento son condiciones esenciales
para todas las comunicaciones formales. Nunca obtendréis esto
de aquellos que solo sean atraídos a vuestras reuniones por la
curiosidad: obligad, pues, a los curiosos que vayan a divertirse a
otra parte, porque su distracción sería una causa de turbación.
No debéis tolerar ninguna conversación cuando se pregunta
a los Espíritus. Algunas veces tenéis comunicaciones que existen
réplicas formales por vuestra parte, y respuestas que no lo son
menos de parte de los Espíritus evocados, que experimentan,
creedlo bien, descontento por los cuchicheos continuos de ciertos
asistentes; de aquí viene que nada hay completo ni verdaderamente
formal; el médium que escribe, experimenta también distracciones
muy perniciosas para su ministerio.
San Luis.
XXIV
Yo os hablaré de la necesidad de observar la más grande
regularidad en vuestras sesiones, es decir, de evitar toda confusión,
toda divergencia en las ideas. La divergencia favorece la
substitución de malos Espíritus a los buenos y casi siempre son
los primeros los que se apoderan de las cuestiones que se
proponen. Por otra parte, en una reunión compuesta de elementos
diversos y desconocidos los unos de los otros, ¿cómo se evitan las
ideas contradictorias, la distracción y aun peor: una vaga y
satírica indiferencia? Este medio quisiera encontrarlo eficaz y
cierto. Puede que esté en la concentración de los fluidos esparcidos
alrededor de los médiums. Ellos solos, pero sobre todo aquellos
que son estimados, retienen a los Espíritus buenos en la asamblea;
pero su influencia apenas basta para disipar la turba de Espíritus
ligeros. El trabajo del examen de las comunicaciones es excelente;
no se sabrían profundizar bastante las cuestiones y sobre todo las
respuestas; el error es fácil, aun para los Espíritus animados de
las mejores intenciones; la lentitud de la escritura durante la cual
el Espíritu se desvía del asunto que agota tan pronto como lo ha
concebido, la movilidad y la indiferencia por ciertas formas
convenidas, todas estas razones y muchas otras, os hacen un deber
de no tener sino una confianza limitada y siempre subordinada el
examen, aun cuando se trate de las comunicaciones más
auténticas.
Georges (Espíritu familiar).
XXV
La mayor parte de las veces, ¿con qué fin pedís
comunicaciones a los Espíritus? Para obtener un buen escrito y
enseñarlo a vuestros conocidos como muestra de nuestro talento,
los conserváis preciosamente en vuestros álbumes, pero en vuestros
corazones no hay cabida. ¿Creéis que porque nos lisonjeáis
venimos a tomar puesto en vuestras asambleas como en un
concurso haciendo gala de elocuencia para que podáis decir que
la sesión ha sido muy interesante? ¿Qué os queda cuando habéis
encontrado una comunicación admirable? ¿Creéis que venimos
buscando vuestros aplausos? Desengañaos; no estamos dispuestos
a divertiros de ningún modo; por vuestra parte, estáis aún en la
curiosidad que en vano disimiláis; nuestro objeto es haceros
mejores. Además, cuando nosotros vemos que nuestras palabras
no dan fruto, y que todo se reduce por vuestra parte a una estéril
aprobación, vamos a buscar almas más dóciles; entonces dejamos
venir a nuestro puesto a los Espíritus que sólo quieren hablar, y
de éstos no falta. Vosotros os admiráis de que dejemos tomar
nuestro nombre. ¿Qué os importa, puesto que para vosotros es lo
mismo? Pero sabed bien que no lo permitiríamos delante de
aquellos por quienes realmente nos interesamos, es decir, con
aquellos con quienes no perdemos nuestro tiempo: aquellos son
nuestros preferidos y les preservamos de la mentira. No deis, pues,
la culpa a nadie sino a vosotros si sois engañados tan a menudo;
para nosotros el hombre formal no es aquel que se abstiene de
reír, sin aquel cuyo corazón se conmueve en nuestras palabras,
que las medita y se aprovecha de ellas. (Véase núm. 268, preguntas
19 y 20).
Massillon.
XXVI
El Espiritismo debería ser un escudo contra el Espíritu de
discordia y desunión; pero este Espíritu en todo tiempo sacude su
ponzoña sobre los humanos, porque está celoso de la felicidad
que procura la paz y la unión. ¡Espiritistas! Él podrá, pues,
penetrar en vuestras asambleas y no lo dudéis, procurará sembrar
en ellas la defección, pero será impotente contra los que están
animados de la verdadera caridad. Estad preparados y velad cesar
en la puerta de vuestro corazón, como en la de vuestras reuniones
para no dejar penetrar al enemigo. Si vuestros esfuerzos son
impotentes contra el de fuera, siempre dependerá de vosotros el
impedirle el acceso de vuestra alma.
Si nacen disensiones entre vosotros, sólo pueden ser
suscitadas por malos Espíritus; pues los que tengan en más alto
grado el sentimiento de los deberes que les impone la urbanidad,
lo mismo que el Espiritismo verdadero, se manifiesten los más
pacientes, los más dignos y los más cariñosos; algunas veces
los buenos Espíritus pueden permitir estas luchas para
proporcionar tanto a los buenos como a los malos sentimientos,
la ocasión de descubrirse, a fin de separar el mal grano de la
cizaña y estarán siempre del lado que habrá más humildad y
verdadera caridad.
San Vicente de Paúl.
XXVII
Rechazad enérgicamente a todos estos Espíritus que se
ofrecen como consejeros exclusivos, predicando la división y el
aislamiento. Estos son casi siempre Espíritus vanidosos y
medianos, que procuran imponer a los hombres débiles y crédulos,
prodigándoles alabanzas exageradas con el fin de fascinarles y
tenerles bajo su dominio. Estos Espíritus están generalmente
hambrientos de poder, y déspotas públicos o privados cuando
vivían, quieren aún tener víctimas para tiranizar después de su
muerte. En general, desconfiad de las comunicaciones que llevan
un carácter de misticismo y de extrañeza, o que prescriben
ceremonias y actos ridículos; en tal caso hay siempre un motivo
legítimo de sospecha.
Por otra parte, creed que cuando debe revelarse una verdad
a la Humanidad, se comunica instantáneamente, por decirlo así,
a todos los grupos formales que posean buenos médiums, y no a
unos con exclusión de los demás. Nadie es médium perfecto si
está obseso, y hay obsesión manifiesta cuando un médium sólo es
apto para recibir las comunicaciones de un Espíritu especial, por
alto que procure colocarse él mismo. En consecuencia, todos los
médiums, todos los grupos que se crean privilegiados por
comunicaciones que sólo ellos pueden recibir, y que por otra parte
están sujetos a prácticas que rayan en superstición, están
indudablemente bajo la obsesión más caracterizada, sobre todo
cuando el Espíritu que domina se adorna con el nombre que todos,
Espíritus y encarnados, debemos honrar y respetar, y no permitir
que se comprometa a cada paso.
Es incontestable que sometiendo al crisol de la razón y de
la lógica todos los dones y todas las comunicaciones de los
Espíritus, será fácil el rechazar lo absurdo y el error. Un médium
puede estar fascinado, un grupo puede ser engañado; pero la
comprobación severa de los otros y además la ciencia adquirida
y la alta autoridad moral de sus jefes, las comunicaciones de los
principales médiums que reciben un sello de lógica y de
autenticidad de nuestros mejores Espíritus, harán rápidamente
justicia a estos dictados mentirosos y astutos, emanados de una
turba de Espíritus engañosos o malos.
Erasto (discípulo de San Pablo).
Observación. — Uno de los caracteres distintivos de estos Espíritus
que quieren imponer y hacer aceptar ideas ridículas y sistemáticas, es el
pretender, aun cuando sólo sean solos en su opinión, tener razón contra
todo el mundo. Su táctica es evitar la discusión y cuando se ve combatidos
victoriosamente por las armas irresistibles de la lógica, rehusan
desdeñosamente responder y prescriben a sus médiums que se alejen de los
centros en que sus ideas no son acogidas. Este aislamiento es lo más fatal
que hay para los médiums, porque sufren sin contraposición, el yugo de los
Espíritus obsesores, que les conducen como ciegos, y les llevan a menudo
por caminos perniciosos.
XXVIII
Los falsos profetas no están sólo entre los encarnados,
están también y en mucho mayor número entre los espíritus
orgullosos que bajo falsas apariencias de amor y caridad,
siembran la desunión y retardan la obra emancipadora de la
Humanidad, esparciendo sus sistemas absurdos que hacen
aceptar por los médiums; y para fascinar mejor a los que quieren
engañar, para dar más peso a sus teorías, toman sin escrúpulo
los nombres que los hombres sólo pronuncian con respeto, los
de los santos justamente venerados, de Jesús, de María y aun de
Dios.
Estos son los que siembran las levaduras de antagonismo
entre los grupos, que les conducen a aislarse los unos de los otros
y mirarse con mal ojo. Esto sólo bastaría para descubrirles, porque
obrando de este modo, ello mismos dan el más formal mentís a lo
que pretenden ser. Ciegos, pues, son los hombres que se dejan
coger en una red tan grosera.
Pero hay muchos otros medios de reconocerles. Los
Espíritus del orden al cual dicen ellos que pertenecen, deber ser
solamente muy buenos, sino que además eminentemente lógicos
y racionales. Pues bien, pasad sus sistemas por el tamiz de la
razón y del buen sentido y veréis lo que quedará. Convenid, pues,
conmigo que todas las veces que un Espíritu indica, como remedio
a los males de la Humanidad o como medio de llegar a su
transformación, cosas utópicas e impracticables, medidas pueriles
y ridículas; cuando formula un sistema contradicho por las más
vulgares nociones de la ciencia, solo puede ser un Espíritu
ignorante y mentiroso.
Por otra parte, creed bien que si la verdad no es siempre
apreciada por los individuos, los es siempre por el buen sentido
de las masas, y también esto es un criterio. Si dos principios se
contradicen tendréis la medida de su valor intrínseco, buscando
aquel que tenga más eco y simpatía; sería ilógico en efecto, admitir
que una doctrina que viese disminuir el número de sus partidarios
fuese más verdadera que aquella que vea aumentar los suyos.
Dios, queriendo que la verdad llegue a todos no la señala en un
círculo estrecho y restringido, la hace brotar por diferentes puntos
a fin de que en todas partes la luz esté al lado de las tinieblas.
Erasto.
Observación. — La mejor garantía para que un principio sea la
expresión de la verdad, es cuando ha sido enseñado y revelado por diferentes
Espíritus, por diferentes médiums extraños los unos a los otros y en diferentes
lugares, y cuando además está confirmado por la razón y sancionado por la
adhesión del mayor número. Sólo la verdad puede poner raíces a una
doctrina; un sistema erróneo puede reclutar algunos adeptos, pero como le
falta la primera condición de vitalidad, sólo tiene una existencia efímera;
por esta razón no es necesario inquietarse; él mismo se mata por sus propios
errores y caerá inevitablemente ante el arma poderosa de la lógica.
Comunicaciones apócrifas
A menudo se reciben comunicaciones de tal modo absurdas,
aunque firmadas por nombres de los más respetables, que el buen
sentido más vulgar, demuestra su falsedad; pero las hay que el
error disimulado bajo cosas buenas que ilusionan y algunas veces
impiden el descubrirlas a primera vista, pero no podrían resistir a
un examen serio. Sólo citaremos algunas como muestra.
XXIX
La creación perpetua e incesante de los mundos es para
Dios como un goce perpetuo, porque ve sin cesar que sus rayos
dan todos los días más luz y felicidad. Para Dios no hay número,
ni tiempo. Por esto las centenas o millares, para él son la misma
cosa. Es un padre cuya felicidad está formada de la felicidad
colectiva de sus hijos y a cada segundo de creación, ve una nueva
felicidad venir a confundirse en la felicidad general. No hay alto,
ni suspensión en este movimiento perpetuo, esta grande felicidad
incesante que fecunda la tierra y el cielo. Del mundo no se conoce
sino una pequeña fracción, y vosotros tenéis hermanos que viven
bajo latitudes en las que el hombre no ha podido aun penetrar.
¿Qué significan esos calores terroríficos y esos fríos mortales
que detienen los esfuerzos de los más atrevidos? ¿Creéis
simplemente que allí está en fin de vuestro mundo, cuando no
podéis adelantar más con vuestros pequeños medios? ¿Podríais
acaso medir exactamente vuestro planeta? No creáis esto. Hay
sobre vuestro planeta más lugares ignorados que lugares
conocidos. Pero como es inútil propagar más todas vuestras malas
instituciones, todas vuestras malas leyes, acciones y existencias,
hay un límite que os detiene aquí y allá, y os detendrá hasta que
tengáis que llevar las buenas semillas que ha hecho vuestro libre
albedrío. ¡Ah, no! Vosotros no conocéis este mundo que llamáis
Tierra. En vuestra existencia veréis un gran principio de pruebas
de esta comunicación. Va a dar la hora en que habrá otro
descubrimiento mayor que el último que se ha hecho; mirar cómo
va a ensancharse el círculo de vuestra tierra conocida, y cuando
toda la prensa cantará este Hosanna en todas las lenguas, vosotros,
pobres hijos, que amáis a Dios y que buscáis su camino, vosotros
lo habréis sabido antes que aquellos mismos que darán su nombre
a la nueva tierra.
San Vicente de Paúl.
Observación. — Al punto de vista de estilo, esta comunicación no
puede resistir la crítica; las incorrecciones, los pleonasmos, las frases viciosas
saltan a los ojos de cualquiera, por poco letrado que sea; pero esto nada
probaría contra el nombre con el que va firmada, en atención a que estas
imperfecciones podrían venir de la insuficiencia del médium, como lo hemos
demostrado. Lo que es obra del Espíritu, es la idea: pues cuando dice que
hay sobre nuestro planeta más lugares ignorados que lugares conocidos,
que va a descubrirse un nuevo continente es para un Espíritu que se llama
superior, probar la más profunda ignorancia. Sin duda se pueden descubrir
más allá de los hielos algunas rincones de tierra desconocidos, pero decir
que estas tierras están pobladas y que Dios las ha ocultado a los hombres
con el fin de que no llevaran a ellas sus malas instituciones, es tener
demasiada fe en la confianza ciega de aquellos a quienes divulga semejantes
absurdos.
XXX
Hijos míos, nuestro mundo material y el mundo espiritual
que tan pocos conocen aun, forman como dos platos de la balanza
perpetua. Hasta aquí nuestras religiones, nuestras leyes, nuestras
costumbres, y nuestras pasiones han hecho de tal modo caer el
plato del mal para levantar el bien, que se ha visto el mal reinar
como soberano en la Tierra. Desde muchos siglos es siempre la
misma queja que se exhala de la boca del hombre, y la conclusión
fatal, es la injusticia de Dios. Hay quien llega hasta negar la
existencia de Dios. Vosotros los veis todo aquí y nada allá; vosotros
veis lo superfluo que choque con la necesidad, el oro que brilla al
lado del cieno; todos los contrastes más patentes que deberían
probaros vuestra doble naturaleza. ¿De dónde viene esto? ¿Quién
tiene la culpa? Aquí tenéis lo que debéis buscar con tranquilidad
y con imparcialidad; cuando uno desea sinceramente encontrar
un buen remedio, lo encuentra. Pues bien, a pesar de este dominio
del mal sobre el bien, por vuestra propia falta, ¿por qué no veis el
resto marchar derecho por la línea trazada por Dios? ¿Veis
desarreglarse las estaciones? ¿Los calores y los fríos chocar
inconsideradamente? ¿La luz del Sol olvidarse de alumbrar la
Tierra? ¿La tierra olvidar en su seno la simiente que el hombre
ha depositado en ella? ¿Veis que cesan los mil milagros perpetuos
que se producen a vuestra vista, desde el nacimiento de la yerba,
hasta el nacimiento del niño, hombre futuro? Pero, todo va bien
de parte de Dios, todo mal de parte del hombre. ¿Qué remedio
hay? Es muy sencillo: acercarse a Dios, amarse, unirse, entenderse
y seguir tranquilamente el camino cuyos hitos se ven con los ojos
de la fe y de la conciencia.
San Vicente de Paúl.
Observación. — Esta comunicación fue obtenida en el mismo
círculo; pero ¡qué diferencia con la precedente! No sólo por los
pensamientos, sino por el estilo. Todo es, justo en ella, profundo, sensato,
y ciertamente San Vicente de Paúl no la desconocería, por esto se le puede
atribuir sin miedo.
XXXI
¡Vamos, hijos, unid vuestras filas! Quiere decir, que vuestra
buena unión haga vuestra fuerza. ¡Vosotros que trabajáis en la
fundación de un grande edificio, velad y trabajad siempre para
consolidarlo por su base, y entonces podréis levantarlo bien alto,
bien alto! El progreso es inmenso sobre todo nuestro globo; una
cantidad innumerable de prosélitos se forman bajo nuestra
bandera; muchos escépticos y aun de los más incrédulos se
acercan también.
¡Marchad, hijos, marchad con el corazón alto, lleno de fe,
el camino que seguís es hermoso; no os paréis; seguid siempre la
línea recta, servid de guías a aquellos que vienen después de
vosotros, ellos serán felices, muy felices!
¡Marchad, hijos; vosotros no tenéis necesidad de la fuerza
de las bayonetas para sostener vuestra causa, sólo necesitáis la
fe; la creencia, la fraternidad y la unión, estas son vuestras armas;
con ellas sois fuertes, más poderosos que todos los grandes
potentados del universo reunidos, a pesar de sus fuerzas vivientes,
sus flotas, sus cañones y su metralla!
Vosotros que combatís por la libertad de los pueblos y la
regeneración de la grande familia humana, marchad, hijos, ánimo
y perseverancia. Dios os ayudará. Buenas noches, hasta más ver.
Napoleón.
Observación. — Napoleón era, cuando vivía, un hombre grave y
formal como el que más; todo el mundo conoce su estilo breve y conciso;
hubiera singularmente degenerado, si después de su muerte se hubiese vuelto
hablador y burlesco. Esta comunicación puede que sea del Espíritu de algún
soldado que se llamaba Napoleón.
XXXII
No, no se puede cambiar de religión cuando no hay una
que pueda a la vez satisfacer el sentido común y la inteligencia
que se tiene y que sobre todo pueda dar al hombre los consuelos
presentes. No, no se cambia de religión, se cae de la inepcia y de
la dominación en la sabiduría y en la libertad. ¡Marchad, marchad,
nuestro pequeño ejército! Marchad y no temáis a las balas
enemigas: las que os deben matar, aun no se han hecho, si estáis
siempre del fondo del corazón en el camino de Dios, es decir, si
queréis siempre combatir pacífica y victoriosamente por la
felicidad y la libertad.
San Vicente de Paúl.
Observación. — ¿Quién es el que conoce a San Vicente de Paúl, por
este lenguaje, por estos pensamientos disparatados y desprovistos de
sentido? ¿Qué significan estas palabras: No, no se cambia de religión, uno
cae de la inepcia y de la dominación en la sabiduría y en la libertad, con sus
balas que aun no están hechas?; sospechamos mucho que este Espíritu no
sea el mismo que ha firmado más arriba Napoleón.
XXXIII
Hijos de mi fe, cristianos de mi doctrina olvidada por los
intereses de los torrentes de la filosofía de los materialistas,
seguidme por el camino de Judea, seguid la pasión de mi vida, contemplad ahora a mis enemigos, mirad mis sufrimientos, mis
tormentos y mi sangre derramada por mi fe.
Hijos espiritualistas de mi nueva doctrina, estad prontos a
soportar, a desafiar las olas de la adversidad, los sarcasmos de
vuestros enemigos. La fe marchará sin cesar siguiendo vuestra
estrella que os conducirá por el camino de la felicidad eterna, de
la misma manera que la estrella condujo por la fe a los magos del
Oriente al pesebre. Cualesquiera que sean vuestras adversidades,
cualesquiera que sean vuestras penas y lágrimas que habréis
derramado sobre esta esfera de destierro, tened ánimo, estad
persuadidos que la alegría que os inundará en el mundo de los
Espíritus será mucho más grande que los tormentos de vuestra
existencia pasajera. El valle de lágrimas es un valle que debe
desaparecer para desear puesto a la brillante morada de alegría,
de fraternidad y de unión, en la que iréis a parar por vuestra
buena obediencia a la santa revelación. La vida, queridos
hermanos de esta esfera terrestre, todo preparatoria, sólo puede
perdurar el tiempo necesario para vivir bien preparado para esta
vida que nunca podrá acabar. Amaos, amaos como yo os he amado
y como os amo aún; hermanos, ánimo hermanos. Os bendigo; en
el cielo os espero.
Jesús.
De estas brillantes y luminosas regiones, a donde el
pensamiento humano apenas puede llegar, el eco de vuestras
palabras y de las mías, han venido a conmover mi corazón.
¡Oh! ¡De qué alegría me siento inundado viéndoos, a
vosotros, los que lleváis adelante mi doctrina! No, nada se iguala
al testimonio de vuestros buenos pensamientos! Ya los veis, hijos,
la idea regeneradora lanzada por mí en otro tiempo por el mundo,
perseguida, detenida un momento bajo la presión de los tiranos,
va a marchar para siempre sin obstáculos, iluminando los caminos
a la humanidad tan largo tiempo sepultada en las tinieblas.
Todo sacrificio grande y desinteresado, hijos míos, tarde o
temprano lleva sus frutos. Mi martirio os lo ha probado; mi sangre
derramada por mi doctrina salvará a la humanidad y borrará las
faltas de los grandes culpables.
¡Seáis bendecidos, vosotros que tomáis puesto en la familia
regeneradora! ¡Marchar, ánimo hijos!
Jesús.
Observación. — Sin duda nada hay de malo en estas dos
comunicaciones. Pero el Cristo jamás tuvo este lenguaje pretencioso,
enfático e pomposo. Compárense con la que hemos citado más arriba, y
que lleva el mismo nombre, y se verá de qué parte está el sello de la
autenticidad.
Todas estas comunicaciones se han obtenido en el mismo círculo.
Se observa en el estilo, un aire de familia, giros de frases idénticas,
reproducidas a menudo las mismas expresiones, como por ejemplo,
marchar, marchar, hijos, etc. De donde se puede sacar en consecuencia
que es el mismo Espíritu el que las ha dictado todas bajo nombres
diferentes. En ese centro muy concienzudo por lo demás, pero demasiado
crédulo, no se hacían ni evocaciones, ni preguntas; todo lo esperaban de
las comunicaciones espontáneas, y se ve que ciertamente ésta no es una
garantía de identidad. Con preguntas un poco precisas y de lógica cerrada,
fácilmente se hubiese podido hacer que este Espíritu ocupara su puesto;
pero él sabía que nada tenía que temer, puesto que nadie le pedía nada y
que aceptaban sin comprobación y con los ojos cerrados, todo lo que él
decía. (Véase núm. 269).
XXXIV
¡Qué hermosa es la naturaleza! ¡Qué prudente es la
Providencia en su previsión! Pero vuestra ceguedad y vuestras
pasiones humanas impiden el tomar paciencia en la prudencia y
bondad de Dios. Os lamentáis de la más ligera nubecilla, del
menor retardo en vuestras previsiones; sabed, pues, hombres
impacientes que dudáis, que nada sucede sin un motivo siempre
previsto, siempre premeditado en provecho de todos. La razón de
lo que procede es para reducir a la nada, hombres timoratos e
hipócritas, todas vuestras previsiones de mal año para vuestras
cosechas.
Dios inspira a menudo la inquietud a los hombres por su
porvenir para impulsarles a la previsión; y veis cuán grandes son
los medios para hacer a vuestros temores sembrados con designio,
y que lo más a menudo ocultan pensamiento ávidos más bien que
una idea de una prudente previsión inspirada por un sentimiento
de humanidad en provecho de los pequeños. Mirad las relaciones
que se harán entre las naciones. Mirad qué transacciones deberán
realizarse; ¡qué medios concurrirán para detener vuestros
temores! Porque vosotros los sabéis, todo se encadena; grandes y
pequeños concurrirán también a la obra.
¿Acaso no veis ya en todo este movimiento un origen de
cierto bienestar, para la clase más laboriosa de los Estados,
clase verdaderamente interesante que vosotros los grandes,
vosotros, los omnipotentes de esta tierra, consideráis como
gentes amoldadas a vuestro gusto, creadas para vuestras
satisfacciones?
Además, ¿qué sucede con todo este vaivén de un polo al
otro? Es que una vez bien previsto, muchas veces este tiempo ha
cambiado; el sol obedeciendo al pensamiento de su creador, ha
sazonado en algunos días vuestras cosechas; Dios ha puesto la
abundancia donde vuestra codicia meditaba la escasez, y a pesar
vuestro los pequeños podrán vivir; y sin que lo dudéis habéis sido
sin saberlo la causa de una abundancia.
Sin embargo acontece – Dios lo permite algunas veces–,
que los malos tengan suerte en sus proyectos de avaricia; pero
entonces es una lección que Dios os da a todos; lo que quiere es
estimular la previsión humana; es el orden infinito que reina en
la naturaleza, es el valor que deben imitar y que deben soportar
con resignación los hombres contra los acontecimientos.
En cuanto a los que por cálculo se aprovechan de los
desastres, creedlo, serán castigados. Dios quiere que todos sus
seres vivan; el hombre no debe jugar con la necesidad, ni traficar
con lo superfluo. Justo en sus buenas obras, grande en su
clemencia, demasiado bueno para nuestra ingratitud, Dios, en
sus designios, es impenetrable.
Bossuet.
Alfredo de Marignac.
Observación. — Esta comunicación ciertamente no contiene nada
malo; hay en ella ideas filosóficas profundas y consejos muy sabios que
podrían engañar sobre la autenticidad del autor a las personas poco versadas
en literatura. El médium que la obtuvo, habiéndola sometido al examen de
la Sociedad Espiritista de París, sólo hubo una voz para declarar que no
podría ser de Bossuet. Habiéndose consultado a San Luis contestó: “Esta
comunicación en cuanto a ella es buena, pero no creáis que sea Bossuet el
que la ha dictado. La ha escrito un Espíritu quizá poco o mucho bajo su
inspiración, y ha puesto el nombre del gran Obispo para hacerla aceptar
más fácilmente; pero debéis reconocer la substitución con el lenguaje. Es
del Espíritu que ha puesto su nombre después del Bossuet”. Preguntado
este Espíritu sobre el motivo que le hizo obrar de este modo dijo: Tenía
deseos de escribir alguna cosa con el fin de que los hombres me recordaran;
viendo que yo era débil, he querido poner en ella el prestigio de un gran
nombre. — ¿Pero no veías que se reconocería que no era de Bossuet? —
¿Quién sabe lo que ha de suceder? Vosotros podrías engañaros. Otros menos
lúcidos la hubieran aceptado.
En efecto, la facilidad con que ciertas personas aceptan lo que viene
del mundo invisible, bajo la firma de un gran nombre, es lo que anima a los
espíritus mentirosos. Es menester poner toda la atención en descubrir las
astucias de éstos y esto no puede conseguirse sino con la experiencia
adquirida por un estudio formal. Así repetimos sin cesar: Estudiad antes de
practicar, por que es el único medio para no adquirir la experiencia a vuestras
expensas.