¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

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46. En vano se alega la utilidad de ciertos experimentos curiosos, frívolos y recreativos para convencer a los incrédulos; por este medio se llega a un resultado opuesto completamente. El incrédulo, dado ya a burlarse de las creencias más sagradas, no puede considerar formal aquello de que se hace un recreo, no puede inclinarse a respetar lo que no se le presenta de una manera respetable, y así recibe siempre una mala impresión de las reuniones fútiles y ligeras; de aquellas en que no hay ni orden, ni gravedad, ni recogimiento. Lo que en especial puede convencerle es la prueba de la presencia de seres cuya memoria le es grata; al oír sus palabras graves y solemnes, y sus revelaciones íntimas, es cuando se le ve conmoverse y palidecer. Pero por lo mismo que tiene más respeto, veneración y simpatía hacia la persona cuya alma se le presenta, le choca y se escandaliza al verla concurrir a una asamblea irrespetuosa, en medio de mesas que danzan y de las burlas de los espíritus ligeros. Por incrédulo que sea, su conciencia rechaza esa alianza de lo serio y lo frívolo, de lo religioso y de lo profano, y por eso la califica de fraudulenta, y a menudo sale menos convencido de lo que había entrado. Las reuniones de esta naturaleza siempre hacen más mal que bien, porque alejan de la doctrina más personas que no atraen, sin contar que ofrecen campo a la crítica de los detractores que encuentran en ellas fundados motivos de burla.