EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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6. Se puede, además, formular la objeción siguiente contra esa doctrina: todas las gotas de agua procedentes del océano se asemejan y tienen propiedades idénticas, como las partes de un mismo todo. ¿Por qué las almas, si proceden de ese gran océano de la inteligencia universal, se asemejan tan poco? ¿Por qué el genio al lado de la estupidez? ¿Las virtudes más sublimes al lado de los vicios más vergonzosos? ¿La bondad, la dulzura, la mansedumbre, al lado de la maldad, de la crueldad y la barbarie? ¿Cómo difieren tanto unas de otras partes de un todo homogéneo? Se dirá. Acaso, que es la educación la que las modifica. Pero entonces, ¿de dónde proceden las cualidades según el Espiritismo innatas, las inteligencias precoces, los instintos buenos y malos, independientes de toda educación y muy a menudo poco en armonía con los ámbitos en que se desarrollan?

La educación, sin duda alguna, modifica las cualidades intelectuales y morales del alma. Pero aquí surge otra dificultad. ¿Quién da al alma la educación para hacerla progresar? Otras almas que, siendo de un mismo origen, no deben estar más adelantadas. Por otra parte, el alma, volviendo al Todo Universal de donde salió, después de haber progresado durante la vida, lleva allí un elemento más perfecto, de lo que se deduce que ese todo, con el tiempo, debe encontrarse profundamente modificado y mejorado. ¿Cuál es la causa de que incesantemente salgan almas ignorantes y perversas?