EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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47. Oración. Dios mío, yo perdono a N... el mal que me ha hecho y el que ha querido hacerme, así como deseo que vos me perdonéis, y que él mismo me perdone lo que yo haya podido hacer contra él. Si lo habéis colocado a mi paso como una prueba, que se cumpla vuestra voluntad.


Desviad de mí, Dios mío, la idea de maldecirle y todo deseo malévolo contra él. Haced que yo no experimente ninguna alegría por las desgracias que pueda tener, ni pena por los bienes que puedan concedérsele, con el fin de no manchar mi alma con pensamientos indignos de un cristiano.


Señor, que vuestra bondad se extienda sobre él y le conduzca mejores sentimientos respecto a mí.


Espíritus buenos, inspiradme el olvido del mal y el recuerdo del bien. Que ni el odio, ni el rencor, ni el deseo de volverle mal por mal, entren en mi corazón, porque el odio y la venganza sólo pertenecen a los espíritus malos, encarnados y desencarnados. Por el contrario, que esté pronto a tenderle fraternalmente la mano, a volverle bien por mal y a socorrerle si me es posible.


Deseo, para probar la sinceridad de mis palabras, que se me ofrezca la ocasión de serle útil; pero sobre todo, Dios mío, preservadme de hacer nada por orgullo u ostentación confundiéndole con una generosidad humillante, lo que me haría perder el fruto de mi acción, porque entonces merecería que se me aplicasen aquellas palabras de Cristo: "Tú recibiste ya la recompensa". (Cap. XIII, números 1 y siguientes).