EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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3. El hombre fue impotente para resolver el problema de la Creación hasta tanto la ciencia no le tendió la mano. Fue preciso que la Astronomía le abriese las puertas del espacio infinito y le dejase escudriñar sus inmensidades; el cálculo le permitiese determinar con rigurosa precisión el movimiento, posición, volumen, naturaleza y papel de los cuerpos celestes; que la Física le revelase las leyes de gravedad, del calor, la luz y la electricidad; que la Química le enseñase las transformaciones de la materia; la Minerología los materiales que forman la corteza del planeta y la Geología le enseñase a leer en los estratos terrestres la formación gradual de nuestro globo. La Botánica, la Zoología, la Paleontología y la Antropología le iniciarán en lo que respecta al parentesco y sucesión de los seres organizados; la Arqueología le enseñaría a seguir las huellas de la Humanidad a través de las edades. Todas las ciencias, en suma, complementándose mutuamente, aportarían su acervo indispensable para el conocimiento de la historia terrestre. Mientras ellas no existían el hombre sólo podía guiarse por sus primeras hipótesis. Antes de que el hombre tomase posesión de estos elementos de apreciación, el razonamiento de los estudiosos del génesis se topaba con imposibilidades materiales, giraba en un mismo círculo de ideas sin posibilidad de encontrar la salida. Sólo cuando la ciencia avanzó, abriendo una brecha en el vetusto edificio de las creencias, todo cambió de aspecto y se logró marchar sin tropiezos. Una vez hallado el hilo conductor, las dificultades se allanaron rápidamente. En vez de un génesis imaginario se estableció un génesis positivo y, en cierta forma, experimental. El campo del Universo se extendió hasta lo infinito. Se conoció cómo se formaron gradualmente la Tierra y los astros, conforme a las leyes eternas e inmutables que testimonian mucho mejor la grandeza y sabiduría divina que una creación milagrosa salida de súbito de la nada, por una idea repentina de la Divinidad, después de una eternidad de inactividad. Ya que es imposible entender el génesis sin los datos que ofrece la ciencia, se puede decir con toda autenticidad que la ciencia es la encargada de explicar el génesis según las leyes de la Naturaleza.