EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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52. Entonces reconozcamos, en éste como en nuestros otros estudios, que la Tierra y el hombre son nada en relación con el todo y que las más colosales operaciones de nuestro pensamiento poseen una extensión imperceptible en comparación con la inmensidad y eternidad de un Universo que no termina nunca. Cuando esos períodos de nuestra inmortalidad hayan pasado para nosotros. Cuando la historia actual de la Tierra nos parezca una sombra vaporosa en lo más recóndito de nuestros recuerdos. Cuando hayamos habitado durante incontables siglos los diversos grados de nuestra jerarquía cosmológica. Cuando los dominios más lejanos de las edades futuras hayan sido recorridos por innumerables peregrinaciones, tendremos aún por perspectivas la sucesión ilimitada de mundos y la eternidad inmóvil.