EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Período terciario

33. Con el período terciario comienza para la Tierra un nuevo orden de cosas: el estado de su superficie cambia completamente de aspecto, las condiciones de vitalidad se modifican profundamente y se acercan a las actuales. Los primeros tiempos de este período se caracterizan por una suspensión en la producción vegetal y animal. El sello de una destrucción casi general alcanza a la mayoría de los seres vivos, y es entonces que van apareciendo nuevas especies de organización más perfecta, adaptadas a la naturaleza del medio en que están destinadas a vivir.

34. Durante los períodos precedentes la corteza sólida del globo, debido a su escaso espesor, oponía una débil resistencia a la acción del fuego interior. Esta envoltura, fácil de romper, permitía a las materias en fusión expandirse con libertad sobre la superficie del suelo. No fue igual cuando adquirió un cierto espesor: las materias incandescentes, comprimidas por todos lados, como el agua en ebullición en un recipiente cerrado, terminaron por explotar. La masa granítica, abierta con violencia en una multitud de puntos, se vio surcada por grietas como si fuese un jarrón resquebrajado. A lo largo de estas grietas la corteza sólida, levantada casi verticalmente, formó los picos, las cadenas de montañas y sus ramificaciones. Ciertas partes de la envoltura, que no se rompieron, fueron simplemente elevadas, pero en otros sitios se produjeron hundimientos pronunciados. La superficie del suelo se volvió muy desigual, y las aguas, que hasta ese momento cubrían de manera casi uniforme la mayor parte de la extensión, se retiraron a las partes más bajas, dejando al descubierto vasto continentes o picos de montañas aisladas que formarían las islas. Tal es el gran fenómeno que tuvo lugar durante el período terciario, el cual transformó el aspecto del globo. No se produjo de manera instantánea ni simultánea en todos los sitios, sino en etapas sucesivas y en épocas más o menos alejadas.

35. Una de las primeras consecuencias de estas conmociones fue la inclinación de las capas de sedimento, primitivamente horizontales, y donde el suelo sufrió sacudidas la posición siguió siendo la misma. Por tal razón es que sobre los flancos y en la vecindad de las montañas estas inclinaciones son más pronunciadas.

36. En las regiones donde las capas de sedimento conservaron su horizontalidad, para alcanzar a las de la primera formación es preciso pasar por todas las restantes, y a menudo se debe atravesar una profundidad considerable, mas en el fondo se hallará inevitablemente la roca granítica. Pero cuando estas capas fueron elevadas y formaron montañas sobrepasaron su nivel normal, a veces hasta una gran altura, de manera que si se hace un corte vertical en el flanco de la montaña se podrán ver las capas superpuestas y todo su espesor como si se tratase de los cimientos de un edificio. Es así que se encuentran bancos importantes de conchillas, primitivamente formadas en el fondo de los mares, a grandes alturas. Hoy se sabe con total certeza que en ninguna época el mar pudo alcanzar semejante altura, ya que todas las aguas que existen sobre la Tierra no bastarían, ni aun cuando el volumen fuese cientos de veces superior. Habría que suponer que la cantidad de agua disminuyó, pero entonces nos preguntaríamos qué ocurrió con la porción desaparecida. Los levantamientos, que son hoy una realidad indiscutible, explican de una manera tan lógica como rigurosa la existencia de depósitos marinos en ciertas montañas.7

37. En los sitios donde el levantamiento de la roca primitiva rompió completamente el suelo, ya sea por su rapidez, la forma, la altura y/o el volumen de la masa elevada, se ve la roca granítica al 7. Se han hallado capas de conchillas calcáreas en los Andes (América de Sur) a cinco mil metros sobre el nivel del mar. [N. de A. Kardec.] desnudo como un diente que atraviesa la encía. Al ser levantados, quebrados y erguidos, los estratos que la cubrían fueron puestos al descubierto: así es como terrenos pertenecientes a las formaciones más antiguas, que se hallaban en su posición primitiva a gran profundidad, conforman hoy el suelo de ciertas regiones.

38. La masa granítica, dislocada por efectos de los levantamientos, se fisuró en algunos puntos, y por allí se escapa el fuego interior y se esparcen las materias en fusión: tales son los volcanes. Los volcanes son como chimeneas de ese inmenso horno, o mejor aún, son las válvulas de seguridad que dejan escapar el exceso de materias ígneas, evitando conmociones mucho más terribles, razón que nos lleva a que podamos afirmar que el número de volcanes en actividad es una garantía de seguridad para la totalidad de la superficie terrestre. Para hacernos una idea de la intensidad de ese fuego, pensemos que hay volcanes en el seno mismo del mar y que la masa de agua que los recubre y penetra no basta para apagarlos.

39. Los levantamientos operados en la masa sólida desplazaron necesariamente a las aguas las zonas bajas, pero estas misma hondonadas, elevadas a su vez, ora en un sitio, ora en otro, expulsaron a esas mismas aguas, las cuales se dirigieron a otros sitios, y así sucesivamente hasta que se afincaron en un lugar más estable. Los desplazamientos sucesivos de esta masa líquida socavaron y sacudieron forzosamente la superficie del suelo. Las aguas, al correr, llevaron consigo parte de los terrenos de formaciones anteriores puestos al descubierto por los levantamientos, desnudaron ciertas montañas que se hallaban recubiertas por ellos y dejaron a la vista sus bases de granito o sal, al paso que formaban profundos valles y otros eran rellenados. Hay, pues, montañas formadas directamente por la acción del fuego central: se trata principalmente de las montañas graníticas. Otras se originaron por la acción de las aguas, que, al arrastrar tierras móviles y materiales solubles, cavaron valles en derredor de una base resistente, ya sea calcárea o de otro material. Las materias llevadas por la corriente de las aguas formaron los estratos del período terciario, que se distingue fácilmente de los precedentes, más por su disposición que por su composición, que es casi la misma. Los estratos de los períodos primario, de transición y secundario, formados sobre una superficie poco accidentada, presentan una uniformidad casi generalizada en toda la Tierra. Los del período terciario, por el contrario, formados sobre una base muy desigual y por el arrastre de las aguas, presentan características más locales. Por doquier, al cavar hasta una cierta profundidad se encuentran todos los estratos anteriores según su orden de formación, mientras que no se halla en todos los sitios el terreno terciario ni todas las capas que lo conforman.

40. Se concibe que durante las convulsiones que acaecieron al comienzo de este período la vida orgánica se haya visto interrumpida, lo que se constata por la presencia de terrenos privados de fósiles. Pero, una vez restablecida la calma los vegetales y los animales reaparecieron. Al cambiar las condiciones de vitalidad y al depurarse un tanto más la atmósfera, se crearon nuevas especies de organización más perfecta. Las plantas, según su conformación, diferían poco de las actuales.

41. Durante los dos períodos precedentes, los terrenos no cubiertos por las aguas eran poco extensos y aun eran pantanosos y acuáticos o anfibios. El período terciario, que vio formarse vastos continentes, se caracteriza por la aparición de los animales terrestres. De igual modo que el período de transición vio nacer una vegetación colosal y el período secundario reptiles monstruosos, el terciario presenció el nacimiento de los mamíferos gigantescos: el elefante, el rinoceronte, el hipopótamo, el paleoterio, el megaterio, el dinoterio, el mastodonte y el mamut. Estos dos últimos, variedades de elefante, tenían una altura de 5 a 6 m. y sus defensas alcanzaban hasta 4 m. de longitud. Este período vio nacer también a los pájaros, así como a la mayoría de las especies que viven aún en nuestros días. Algunas de las especies de esa época sobrevivieron a los cataclismos posteriores, pero otras, designadas genéticamente como animales antediluvianos, se extinguieron totalmente o bien fueron reemplazadas por especies análogas de formas menos pesadas y macizas, de las que los primeros especímenes fueron meros bosquejos, tales como el felis speloea, animal carnicero del tamaño del toro, que poseía las características anatómicas del tigre y del león, y el cervus megaceron, variedad del ciervo, cuyos cuernos, de 3 m. de longitud, estaban separados en sus extremidades por una distancia de 3 a 4 m.