EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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53. “Jesús no fue raptado. Él sólo quiso hacer que los hombres comprendiesen que la humanidad se encuentra expuesta a cometer faltas, y que siempre debe mantenerse vigilante contra las malas inspiraciones a las que, por su naturaleza débil, es inducida a rendirse. La tentación de Jesús es, pues, una figura, y sería preciso ser ciego para tomarla al pie de la letra. ¿Cómo podríais admitir que el Mesías, el Verbo de Dios encarnado, haya estado sometido por algún tiempo, por más corto que fuese, a las sugestiones del demonio y que, como dice el Evangelio de Lucas, el demonio lo hubiera soltado por algún tiempo, lo que llevaría a suponer que el Cristo continuó sometido al poder de esa entidad? No; comprended mejor las enseñanzas que se os han dado. El Espíritu del mal no tenía ningún poder sobre la esencia del bien. Nadie dijo haber visto a Jesús en la cima de la montaña, ni en el pináculo del Templo. No cabe duda de que un hecho de esa naturaleza se habría difundido por todos los pueblos. La tentación, por lo tanto, no constituyó un acto material y físico. En cuanto al acto moral, ¿admitiréis que el Espíritu de las tinieblas pudiese decirle a Aquel que conocía su propio origen y su poder: ‘Adórame, que te daré todos los reinos de la Tierra’? ¿Acaso el demonio no conocía a Aquel a quien hacía esas proposiciones? No es probable. Ahora bien, si lo conocía, sus propuestas eran una insensatez, pues él sabía perfectamente que sería rechazado por Aquel que había venido a destruir su imperio sobre los hombres.


”Comprended, por lo tanto, el sentido de esa parábola, pues se trata apenas de una parábola, del mismo modo que en los casos del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano. Aquella muestra los peligros que acechan al hombre si no opone resistencia a la voz interna que le clama sin cesar: ‘Puedes ser más de lo que eres; puedes poseer más de lo que posees; puedes engrandecerte, conseguir mucho; cede a la voz de la ambición y todos tus deseos serán satisfechos’. Ella os muestra el peligro y la forma de evitarlo, diciendo a las malas inspiraciones: ¡Retírate, Satanás! o en otras palabras: ¡Vete, tentación!


”Las otras dos parábolas que he mencionado os muestran lo que aún puede esperar aquel que, demasiado débil para ahuyentar al demonio, sucumbió a sus tentaciones. Os muestran la misericordia del padre de familia, que apoya su mano sobre la frente del hijo arrepentido y le concede, con amor, el perdón que este implora. Os muestran que el culpable, el cismático, el hombre rechazado por sus hermanos, vale más a los ojos del Juez Supremo que aquellos que lo desprecian, porque Él practica las virtudes prescriptas por la ley del amor.


”Examinad correctamente las enseñanzas que encierran los Evangelios; sabed distinguir lo que allí consta en sentido textual o en sentido figurado, y los errores que os han cegado durante tantos siglos habrán de extinguirse de a poco, y cederán lugar a la refulgente luz de la verdad”. Juan Evangelista (Burdeos, 1862.)