EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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45. Jesús anuncia su segundo advenimiento, pero no dice que regresará a la Tierra con un cuerpo carnal, ni que personificará al Consolador. Afirma que habrá de venir en Espíritu, en la gloria de su Padre, para juzgar el mérito y la falta de mérito, así como para dar a cada uno según sus obras, cuando los tiempos hayan llegado.


Estas palabras: “Algunos de aquellos que aquí se encuentran no sufrirán la muerte sin que hayan visto venir al Hijo del hombre en su reino”, aparentemente encierran una contradicción, pues es indudable que Él no vino durante la vida de ninguno de aquellos que estaban presentes. Sin embargo, Jesús no podía engañarse en una previsión de esa naturaleza, principalmente con respecto a algo contemporáneo que le concernía de modo personal. Se debe averiguar, en primer lugar, si sus palabras han sido siempre reproducidas con fidelidad. Es para dudarlo, si consideramos que Él no escribió nada; que esas palabras recién fueron registradas después de su muerte, y que cada evangelista redactó el mismo discurso casi siempre en términos diferentes, lo que constituye una prueba evidente de que esas no son las expresiones textuales de Jesús. Además, es probable que el sentido haya sufrido alteraciones al pasar por las sucesivas traducciones.


Por otro lado, está fuera de toda duda que, si Jesús hubiese dicho todo lo que tenía para decir, se habría expresado sobre todas las cosas de un modo claro y preciso, como lo hizo en relación con los principios morales, sin que diese lugar a ningún equívoco; mientras que se vio obligado a velar su pensamiento sobre los asuntos que consideró que no era conveniente profundizar. Los apóstoles, convencidos de que la generación de la cual formaban parte debía dar testimonio de lo que Él anunciaba, interpretaron el pensamiento de Jesús de acuerdo con esa suposición. Por consiguiente, redactaron desde el punto de vista del presente lo que el Maestro había dicho, y lo hicieron de una manera más absoluta que aquella en que Él mismo lo hizo. Sea como fuere, el hecho es que los acontecimientos no ocurrieron como ellos supusieron.