Viaje Espírita en 1862

Allan Kardec

Volver al menú
¿Qué pensar de la prohibición impuesta por Moisés a los hebreos en el sentido de no evocar a las almas de los muertos? ¿Qué interpretación podríamos extraer del hecho relacionado con las evocaciones actuales?

La primera consecuencia a extraerse de esa prohibición es de que es posible evocar a las almas de los muertos y establecer relaciones con ellas. La prohibición de hacer una cosa implica la posibilidad de realizarla. Por ejemplo, ¿sería congruente el que se decretara una ley prohibiendo que subamos hasta las estrellas?

Es realmente curioso ver a los enemigos del Espiritismo recurrir al pasado para lograr sus objetivos y repudiar ese mismo pasado en todas las oportunidades en que él no les conviene. Si invocan la legislación de Moisés en esta circunstancia, ¿por qué no reclaman su aplicación de un modo integral? Dudo, sin embargo, que alguno de ellos esté tentado de revivir el código mosaico, sobre todo el penal, de neto corte draconiano y pródigo en penas de muerte. ¿Se podría haber dado entonces que -según ellos entendían- Moisés haya procedido correctamente en ciertas circunstancias y equivocadamente en otras? Pero, en tal caso, ¿por qué estaría acertado en lo concerniente a las evocaciones? Es que -alegan- Moisés hizo leyes apropiadas a su tiempo y al pueblo ignorante e indócil que conducía. Y esas leyes, saludables en aquel tiempo, ya no se encuadran dentro de nuestras costumbres y de nuestra cultura. Pues bien, esto mismo es precisamente lo que decimos con relación a la prohibición de evocar a los Espíritus. Por otra parte, ese hecho es explicable en su época, como podemos demostrar.

Los hebreos se lamentaban vivamente en el desierto por la pérdida de las delicias de Egipto, y esa fue la causa de las sublevaciones incesantes que Moisés, en ciertas ocasiones, no pudo reprimir sin recurrir al exterminio. De ahí la excesiva severidad de las leyes. En medio de ese estado de cosas, se obstinaba él por conseguir que su pueblo rompiese con los usos y las costumbres que le hiciesen recordar a Egipto. Pues bien, una de las prácticas que los hebreos conservaban de aquel país era la de las evocaciones, que en él se remontaba a tiempos inmemoriales. Y eso no es todo. Ese uso, que parecía ser bien comprendido y sabiamente practicado en la intimidad por un pequeño número de iniciados en los misterios, degeneró en abusos y cundió como superstición entre el pueblo, que en él veía sólo un arte de adivinación explotado por los charlatanes, como hoy en día lo hacen los decidores de la suerte. El pueblo hebreo, ignorante y grosero, lo adquirió bajo ese aspecto denigrante. Prohibiéndolo, Moisés realizó un acto de buena política y sabiduría. Hoy en día las cosas ya no son de igual manera, y lo que podía ser otrora un inconveniente ya no lo es en el estado actual de la sociedad. También nos levantamos nosotros contra el abuso que se pueda hacer de las relaciones con el Más Allá y afirmamos que ello es un sacrilegio, no por el hecho de establecer relaciones con las almas de los que han partido, sino por hacerlo con liviandad, de una manera irreverente o por simple especulación. Esta es la razón por la que el verdadero Espiritismo repudia todo cuanto pueda quitar a tales relaciones su carácter grave l y religioso, puesto que ello sería una verdadera profanación. Además, si las almas se pueden manifestar, ellas lo hacen con el permiso de Dios, y no puede existir mal alguno en lo que sucede con el permiso de Dios. El mal, en ésta como en otras cosas, está en el abuso y en el mal empleo.