MANUAL PRÁCTICO DE LAS MANIFESTACIONES ESPIRITISTAS

Allan Kardec

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Caracteres generales.

Predominio del Espíritu sobre la materia, deseo del bien. Sus cualidades y su poder para practicar el bien, están en razón directa con el grado a que han llegado: unos tienen experiencia, otros sabiduría y bondad; los mas adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales. No estando aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su rango, las huellas de la existencia corporal, sea en la forma del lenguaje, sea en sus hábitos, en los que se descubren algunas de sus manías. Si no fuera así, serían Espíritus perfectos. Comprenden a Dios y lo infinito, y gozan de la felicidad de los buenos. Se regocijan del bien que hacen y del mal que impiden. El amor que les une, es para ellos, fuente de dicha inefable que no alteran ni la envidia, ni los pesares, ni los remordimientos, ni ninguna de las malas pasiones que constituyen el tormento de los Espíritus imperfectos; pero todos tienen todavía pruebas que pasar, hasta que hayan alcanzado la perfección absoluta. Como Espíritus, suscitan buenos pensamientos, separan a los hombres de la senda del mal, protegen en la vida a los que se hacen dignos, y neutralizan la influencia de los Espíritus imperfectos en aquellos que no se complacen en sentirla. Los que están encarnados son buenos y benévolos con sus semejantes; no les mueve el orgullo, ni el egoísmo, ni la ambición; no se dejan dominar por la cólera, ni por el rencor, ni por la envidia, ni por los celos, y hacen el bien por el bien mismo. A este orden pertenecen los Espíritus que en las creencias vulgares se designan con los nombres de genios protectores, Espíritus de bondad. En los tiempos de ignorancia y de superstición, se les convirtió en divinidades protectoras. Se les puede subdividir, también, en cuatro grupos principales, a saber:

Quinta clase: ESPIRITUS BENEVOLOS.

Su cualidad dominante es la bondad: se complacen en servir a los hombres y en protegerlos, pero su saber es limitado: su progreso es mayor en el orden moral que en el intelectual.

Cuarta clase: ESPIRITUS CULTOS.


Lo que les distingue especialmente es la extensión de sus conocimientos. Se preocupan menos de los asuntos morales que de los científicos, para los cuales son mas aptos pero no utilizan su ciencia sino en lo útil, y jamás mezclan con ella ninguna de las pasiones que son propias de los Espíritus imperfectos.

Tercera clase: ESPIRITUS PRUDENTES.

Las cualidades morales del orden más elevado constituyen su característica. Sin poseer ilimitados conocimientos, están dotados de una capacidad intelectual que les da un juicio sano sobre los hombres y sobre las cosas.

Segunda clase: ESPIRITUS SUPERIORES.


Reúnen en sí la ciencia, la prudencia y la bondad; su lenguaje sólo respira benevolencia, y es constantemente digno, elevado y con frecuencia sublime. Su superioridad les hace, más que a los otros, aptos para darnos las nociones más justas de las cosas del mundo incorpóreo, en los límites en que le es permitido al hombre conocerlo. Se comunican voluntariamente con aquellos que buscan la verdad de buena fe y que están lo suficientemente desligados de las cosas terrestres para poder comprenderla; pero se alejan de aquellos a quienes anima solamente la curiosidad, o a quienes la influencia de la materia les desvía de la práctica del bien. Cuando, por excepción, encarnan en la Tierra, es para cumplir una misión de progreso, y nos ofrecen entonces el tipo de la perfección a la que la humanidad puede aspirar en este mundo.