EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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234. ¿Los animales pueden ser médiums? Muchas veces se ha hecho esta pregunta y ciertos hechos parece que responden afirmativamente. Lo que sobre todo ha podido acreditar esta opinión son los signos notables de inteligencia de algunos pájaros adiestrados, que parece que adivinan el pensamiento y sacan de un paquete de cartas las que pueden contener la respuesta exacta a una pregunta hecha. Hemos observado estos experimentos con un cuidado muy particular, y lo que hemos admirado más es el arte que ha sido preciso desplegar para instruir a estos pájaros. Sin duda no se les puede negar cierta dosis de inteligencia relativa, pero sería preciso convenir que en esta circunstancia su perspicacia sobrepujaría de mucho a la del hombre, porque no hay nadie que pueda vanagloriarse de hacer lo que ellos hacen; aun sería preciso para ciertos experimentos suponerles un don de doble vista superior a los sonámbulos, que ven más claro. En efecto, se sabe que la lucidez es esencialmente variable y que está sujeta a frecuentes intermitencias, mientras que en los pájaros sería permanente y funcionaría a punto fijo con una regularidad y una precisión que no se ve en ningún sonámbulo; en una palabra, nunca les haría falta. La mayor parte de los experimentos que hemos visto son de la misma naturaleza de los que hacen los prestidigitadores y no pueden dejarnos duda sobre el empleo de alguno de sus medios, particularmente el de las cartas forzadas. El arte de los prestidigitadores consiste en disimular estos medios, sin lo cual el hecho no tendría ningún atractivo. El fenómeno, aun reducido a esta proporción, nos es menos interesante queda siempre para admirar el talento del instructor lo mismo que la inteligencia del discípulo, porque la dificultad que queda por vencer es mucho más grande si el pájaro no obra sino en virtud de sus propias facultades; así, pues, haciendo que éste haga cosas que pasen los límites de lo imposible para la inteligencia humana, es probar, por esto sólo, el empleo de un proceder secreto. Por lo demás es un hecho constante que estos pájaros solo llegan a este grado de habilidad al cabo de cierto tiempo y con la ayuda de cuidados particulares y perseverantes, lo que no sería necesario si únicamente su inteligencia tomase parte. No es más extraordinario el adiestrarles en escoger cartas que el acostumbrarles a repetir aires musicales o palabras.


Lo mismo ha sucedido cuando la prestidigitación ha querido imitar la doble vista; se hacía demasiado con este objeto para que la ilusión fuese de larga duración. Desde la primera vez que nosotros asistimos a una reunión de esta clase, no vimos en ello sino una imitación muy imperfecta del sonambulismo, revelando la ignorancia de las condiciones más esenciales de esta facultad.