¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

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De los médiums

54. Los médiums presentan muy numerosas variedades en sus aptitudes, lo que los hace más o menos propios para la obtención de tal o cual fenómeno, de tal o cual género de comunicación. Según sus aptitudes, se los distingue en médiums para efectos físicos, para comunicaciones inteligentes, videntes, parlantes, auditivos, sensitivos, dibujantes, políglotas, poetas, músicos, escribientes, etc. No puede esperarse de un médium lo que está fuera de su facultad. Sin el conocimiento de las aptitudes medianímicas, no puede el observador darse cuenta de ciertas dificultades o de ciertas imposibilidades que se encuentran en la práctica. (El Libro de los Médiums, cap. XVI, núm. 185.)

55. Los médiums de efectos físicos son particularmente más aptos para provocar fenómenos materiales, tales como movimientos, golpes, etc., con auxilio de mesas u otros objetos. Cuando estos fenómenos revelan su pensamiento u obedecen a una voluntad, son efectos inteligentes que indicarán, por lo tanto, una causa inteligente; ésta es para los espíritus una manera de manifestarse. Por medio de un número convenido de golpes se obtienen respuestas por sí o por no, o la indicación de las letras del alfabeto que sirven para formar palabras o frases. Este medio primitivo es muy pesado y no se presta a extensas comunicaciones. Las mesas parlantes fueron el principio de la ciencia. Hoy, con medios de comunicación tan rápidos y completos como los que nos sirven para comunicarnos los vivos, sólo se emplean aquéllos accidentalmente y como método de experimentación.

56. De todos los medios de comunicación, la escritura es a la vez el más sencillo, el más rápido, el más cómodo, el que permite mayor extensión, y es también la facultad que más frecuentemente se encuentra en los médiums.

57. Para la obtención de la escritura se emplearon, al principio, intermediarios materiales, como cestas, planchitas, etc., a las que se adaptaba un lápiz. (El Libro de los Médiums, cap. XIII, núm. 152 y ss.) Más tarde se reconoció la inutilidad de esos accesorios y la posibilidad de que los médiums escribiesen directamente con la mano, como en las circunstancias ordinarias.

58. El médium escribe bajo la influencia de los espíritus, que se sirven de él como de un instrumento. Su mano es impelida por un movimiento involuntario que a menudo no puede dominar. Ciertos médiums no tienen conciencia alguna de lo que escriben; otros la tienen más o menos vaga, aunque el pensamiento les sea extraño; esto es lo que distingue a los médiums mecánicos de los médiums intuitivos o semimecánicos. La ciencia espiritista explica el modo como se transmite el pensamiento del Espíritu al médium y el papel de este último en las comunicaciones. (El Libro de los Mediums, cap. XV, núm. 179 y ss., cap XIX, núm. 223 y ss.)

59. El médium posee únicamente la facultad de comunicar, pero la comunicación efectiva depende de la voluntad de los espíritus; si los espíritus no quieren manifestarse, el médium nada obtiene; es como un instrumento sin músico. Comunicándose únicamente los espíritus cuando lo quieren o pueden, no están al capricho de nadie; ningún médium tiene poder para hacerlos venir a su voluntad y contra la de ellos. Esto explica la intermitencia en la facultad de los mejores médiums y las interrupciones que experimentan, a veces durante meses. Sin razón, pues, se asimilaría la mediumnidad a un conocimiento. Éste se adquiere con el trabajo: el que lo posee es siempre dueño de él, y el médium no lo es nunca de su facultad, porque ésta depende de una voluntad ajena.

60. Los médiums de efectos físicos que obtienen regularmente y a su voluntad la producción de ciertos fenómenos, si no es esto resultado de sofisterías, se las dan con espíritus de baja ralea que se complacen en esta especie de exhibición, y que acaso se dedicaron durante su vida a este oficio; pero sería absurdo creer que espíritus algún tanto elevados se divirtiesen en dar estas representaciones.

61. La oscuridad necesaria para la producción de ciertos efectos físicos da, sin duda, lugar a la sospecha, pero no prueba nada contra la realidad. Se sabe que en Química no puede operarse con luz en ciertas combinaciones y que bajo la acción del fluido lumínico se verifican composiciones y descomposiciones. Pues, bien, todos los fenómenos espiritistas son resultado de la combinación de los fluidos propios del espíritu y del médium, y siendo materiales estos fluidos, no es nada sorprendente que, en ciertos casos, sea contrario a esta combinación el fluido lumínico.

62. Las comunicaciones inteligentes, asimismo, tienen lugar por la acción fluídica del Espíritu sobre el médium, y es preciso que el fluido de éste se identifique con el de aquél. La facilidad de las comunicaciones depende del grado de afinidad que existe entre los dos fluidos. Así cada médium es más o menos apto para recibir la impresión o la impulsión del pensamiento de tal o cual Espíritu, puede ser buen instrumento para el uno y malo para el otro. De aquí resulta que, de los médiums igualmente bien dotados y puestos el uno al lado del otro, podrá manifestarse el Espíritu por medio del uno y no por el del otro.

63. Es, pues, un error creer que basta ser médium para recibir con igual facilidad comunicaciones de cualquier Espíritu. No existen médiums universales para las evocaciones, como no existen para producir todos los fenómenos. Los espíritus buscan, con preferencia, los instrumentos que vibran a su unísono; imponerles el primero que se tenga a mano, sería como el exigir de un pianista que tocase el violín, por la razón de que, sabiendo música, debe poder tocar todos los instrumentos.

64. Sin la armonía, única que puede producir la asimilación fluídica, las comunicaciones son imposibles, incompletas o falsas. Pueden ser falsas porque, en defecto del Espíritu deseado, no faltan otros dispuestos a aprovechar la ocasión de manifestarse, y que se cuidan poco de decir la verdad.

65. La asimilación fluídica es a veces totalmente imposible entre ciertos espíritus y ciertos médiums; otras, y este es el caso más ordinario, no se establece más que gradualmente y con el tiempo. Esto explica por qué los espíritus que tienen costumbres de manifestarse con un médium lo hacen con mayor facilidad, porque las primeras comunicaciones patentizan casi siempre molestia y son menos explícitas.

66. La asimilación fluídica es tan necesaria en las comunicaciones por tiptología como por la escritura, puesto que en uno y otro caso se trata de la transmisión del pensamiento del Espíritu, cualquiera que sea el medio material empleado.

67. No pudiendo imponer un médium al Espíritu que se quiere evocar, conviene dejarle la elección de sus instrumentos. En todo caso, es necesario que el médium se identifique anticipadamente con el Espíritu por el recogimiento y la oración, por lo menos durante algunos minutos, y hasta con alguna anticipación si es posible, a fin de provocar y activar la asimilación fluídica. Este es el medio de atenuar la dificultad.

68. Cuando las condiciones fluídicas no son propicias a la comunicación directa con el médium, puede establecerse por mediación del guía espiritual de éste último. En este caso el pensamiento llega de segunda mano, es decir, después de haber atravesado dos medios. Se comprende cuánto importa entonces que el médium esté bien asistido, porque si lo está por un Espíritu obsesor, ignorante u orgulloso, la comunicación estará necesariamente alterada. En esto las cualidades personales del médium desempeñan un papel importante por la naturaleza de los espíritus que atrae. Los médiums más indignos pueden tener poderosas facultades, pero lo más seguros son los que, a esta potencia, unen las mejores simpatías en el mundo espiritual; simpatías que no están de ningún modo garantizadas por los nombres más o menos respetables de los espíritus, o que toman los que firman las comunicaciones, sino por la naturaleza constantemente buena de los que las reciben.

69. Cualquiera que sea la clase de comunicación, la práctica del Espiritismo, bajo el punto de vista experimental, ofrece numerosas dificultades y no está exenta de inconvenientes para el que carece de la necesaria experiencia. Ya experimente uno mismo, ya sea simple observador, es esencial saber distinguir las diferentes naturalezas de espíritus que pueden manifestarse, conocer la causa de todos los fenómenos, las condiciones con que pueden producirse y los obstáculos que a ellos pueden oponerse a fin de no pedir un imposible. No es menos necesario conocer todas las condiciones y escollos de la mediumnidad, la influencia del médium, de las disposiciones morales, etc. (El Libro de los Médiums, segunda parte.)