MANUAL PRÁCTICO DE LAS MANIFESTACIONES ESPIRITISTAS

Allan Kardec

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Predominio del Espíritu sobre la materia, deseo del bien. Sus cualidades y su poder para practicar el bien, están en razón directa con el grado a que han llegado: unos tienen experiencia, otros sabiduría y bondad; los mas adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales. No estando aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su rango, las huellas de la existencia corporal, sea en la forma del lenguaje, sea en sus hábitos, en los que se descubren algunas de sus manías. Si no fuera así, serían Espíritus perfectos. Comprenden a Dios y lo infinito, y gozan de la felicidad de los buenos. Se regocijan del bien que hacen y del mal que impiden. El amor que les une, es para ellos, fuente de dicha inefable que no alteran ni la envidia, ni los pesares, ni los remordimientos, ni ninguna de las malas pasiones que constituyen el tormento de los Espíritus imperfectos; pero todos tienen todavía pruebas que pasar, hasta que hayan alcanzado la perfección absoluta. Como Espíritus, suscitan buenos pensamientos, separan a los hombres de la senda del mal, protegen en la vida a los que se hacen dignos, y neutralizan la influencia de los Espíritus imperfectos en aquellos que no se complacen en sentirla. Los que están encarnados son buenos y benévolos con sus semejantes; no les mueve el orgullo, ni el egoísmo, ni la ambición; no se dejan dominar por la cólera, ni por el rencor, ni por la envidia, ni por los celos, y hacen el bien por el bien mismo. A este orden pertenecen los Espíritus que en las creencias vulgares se designan con los nombres de genios protectores, Espíritus de bondad. En los tiempos de ignorancia y de superstición, se les convirtió en divinidades protectoras. Se les puede subdividir, también, en cuatro grupos principales, a saber: