EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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196. Médiums imperfectos


Médiums poseídos: los que no pueden desembarazarse de Espíritus importunos y mentirosos, pero que no se dejan engañar.


Médiums fascinados: los que son embaucados por Espíritus embusteros y se hacen ilusión sobre la naturaleza de las comunicaciones que reciben.


Médiums subyugados: los que sufren una dominación moral y muchas veces material de parte de los malos Espíritus.


Médiums ligeros: los que no toman su facultad a lo serio, y no se sirven de ella sino por diversión o por cosas fútiles.


Médiums indiferentes: los que no sacan ningún provecho moral de las instrucciones que reciben y no modifican en nada su conducta y sus costumbres.


Médiums presuntuosos: los que tienen la pretensión de estar solos en relación con los Espíritus superiores. Creen en su infalibilidad y miran como inferior y erróneo todo lo que no viene de ellos.


Médiums orgullosos: los que tienen vanidad de las comunicaciones que reciben; creen no tener ya nada que aprender en Espiritismo, y no toman para ellos las lecciones que reciben a menudo de parte de los Espíritus. Estos no se contentan con las facultades que poseen: quieren tenerlas todas.


Médiums susceptibles: variedad de los médiums orgullosos; se resienten de las críticas de que pueden ser objeto sus comunicaciones; se enojan de la menor contrariedad, y si enseñan lo que obtienen es para hacerlo admirar y no para pedir pareceres. Generalmente toman aversión a las personas que no les aplauden sin reserva, y desertan de las reuniones en que no pueden imponerse y dominar.


Dejadles que se pavoneen en otra parte y que busquen oídos más complacientes, o que se retiren en el aislamiento; las reuniones que se privan de su presencia no pierden mucho. ERASTO.


Médiums mercenarios: los que explotan su facultad.


Médiums ambiciosos: los que sin poner a precio sus facultades esperan sacar de ellas alguna ventaja.


Médiums de mala fe: los que teniendo facultades reales simulan las que no tienen para darse importancia. No se puede dar el título de médium a las personas que no teniendo ninguna facultad mediúmnica no producen más efectos que los de la impostura.


Médiums egoístas: los que solo se sirven de su facultad para su uso personal, y guardan para ellos las comunicaciones que reciben.


Médiums celosos: los que ven con despecho a otros médium mejor apreciado que les son superiores.


Contra todas esas malas cualidades hay también otras que son buenas.