EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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299. Para comprender la causa y el valor de las contradicciones de origen espiritista, es menester haberse identificado con la naturaleza del mundo invisible, y haberlo estudiado en todas sus fases. En un principio, puede parecer extraño que los Espíritus no piensen todos del mismo modo, pero esto no puede sorprender al que se haya hecho cargo del número infinito de grados que deben recorrerse antes de llegar a lo último de la escala. Suponerles una apreciación igual de las cosas, sería suponerles también en un mismo nivel; pensar que todos deben ver lo que es justo, sería admitir que todos han llegado a la perfección, lo que no es así, ni puede serlo, si se considera que no son otra cosa sino la Humanidad despojada de la cubierta corporal. Pudiendo manifestarse los Espíritus de todas clases, resulta de esto que las comunicaciones llevan el sello de su ignorancia o de su saber, de su inferioridad o de su superioridad moral. Es preciso, distinguir lo verdadero de los falso, lo bueno de lo malo según las instrucciones que hemos dado.


Es menester no olvidar que entre los Espíritus hay, como entre los hombres, falsos y semisabios, orgullosos, presuntuosos y sistemáticos. Como sólo es dado a los Espíritus perfectos el conocerlo todo, para los otros, así como para nosotros, hay aun misterios que explican a su modo, según sus ideas, y sobre las cuales pueden hacerse opiniones más o menos justas, que su amor propio se empeña en hacer prevalecer y que desea reproducir en sus comunicaciones. El mal consiste en que algunos de sus intérpretes han admitido con demasiada ligereza opiniones contrarias al buen sentido y en haberse constituido en los editores responsables. De este modo las contradicciones de origen espiritista no reconocen otra causa que la diversidad en la inteligencia, los conocimientos, el juicio y la moralidad de ciertos Espíritus, que aun no son aptos para conocerlo y comprenderlo todo. (Véase El libro de los Espíritus, “Introducción”, XIII; “Conclusión”, párrafo IX).