Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Octava clase. ESPÍRITUS LIGEROS – Son ignorantes, maliciosos, inconsecuentes y burlones. Se entrometen en todo, y a todo responden sin preocuparse con la verdad. Se complacen en causar pequeñas contrariedades y picardías, en chismear y en inducir maliciosamente a error por medio de mistificaciones y travesuras. A esta clase pertenecen los Espíritus vulgarmente designados con los nombres de duendes, gnomos y trasgos, los cuales están bajo la dependencia de los Espíritus superiores, que a menudo los emplean, como nosotros lo hacemos con nuestros servidores y peones. Parecen más que otros apegados a la materia y dan la impresión de ser los agentes principales de las vicisitudes de los elementos del globo, ya sea que habiten en el aire, en el agua, en el fuego, en los cuerpos duros o en las entrañas de la Tierra. A 41 menudo manifiestan su presencia por medio de efectos sensibles, como golpes, movimientos y desplazamientos anormales de cuerpos sólidos, agitación del aire, etcétera, lo que los ha hecho acreedores al nombre de Espíritus golpeadores o perturbadores. Se reconoce que esos fenómenos no son de ninguna manera debidos a una causa fortuita y natural cuando tienen un carácter intencional e inteligente. Todos los Espíritus pueden producir estos fenómenos, pero en general los Espíritus elevados ceden esas atribuciones a los Espíritus inferiores, porque éstos son más aptos para las cosas materiales que para las inteligentes. En sus comunicaciones con los hombres, su lenguaje es a veces espirituoso y chistoso, pero casi siempre superficial; captan las extravagancias y ridiculeces que expresan con rasgos mordaces y satíricos. Cuando usurpan algún nombre, lo hacen más por malicia que por maldad.