El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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EXPIACIÓN Y ARREPENTIMIENTO

990. ¿Tiene lugar el arrepentimiento en estado corporal o espiritual?

«En estado espiritual, pero puede también tener lugar en el corporal cuando comprendáis bien la diferencia entre el bien y el mal».

991. ¿Qué consecuencia produce el arrepentimiento en estado espiritual?

«El deseo de una nueva encarnación para purificarse. El espíritu comprende las imperfecciones que le privan de ser feliz, y por esto aspira a una nueva existencia en que podrá expiar sus faltas». «332-975.)

992. ¿Qué consecuencia produce el arrepentimiento en estado corporal?

«Progresar desde la vida presente, si hay tiempo de reparar las faltas. Cuando la conciencia acusa y señala una imperfección, puede uno siempre mejorarse».

993. ¿No hay hombres que sólo tienen el instinto del mal y son inaccesibles al arrepentimiento?

«Te he dicho que se ha de progresar incesantemente. El que, en esta vida, sólo tiene el instinto del mal, tendrá el del bien en otra, y por esto renace muchas veces; porque es preciso que todos progresen y alcancen el objeto, los unos en más tiempo, los otros en menos, según su deseo. El que sólo tiene el instinto del bien está ya purificado, porque ha podido tener el del mal en una existencia anterior. (894)

994. El hombre perverso que no ha reconocido sus faltas durante la vida, ¿las reconoce siempre después de la muerte?

«Si, las reconoce siempre. y entonces sufre más, pues siente todo el mal que ha hecho o del que ha sido causa voluntaria. El arrepentimiento, sin embargo, no siempre es inmediato, hay espíritus que se obstinan en el mal camino a pesar de sus sufrimientos, pero tarde o temprano reconocerán el falso camino en que se han internado, y vendrá el arrepentimiento. Para iluminarlos trabajan los espíritus buenos, y con igual fin podéis trabajar vosotros».

995. ¿Hay espintus que, sin ser malos, son indiferentes respecto de su suerte?

«Hay espíritus que en nada útil se ocupan, están a la expectativa; pero, en tal caso, sufren proporcionalmente, y como en todo debe haber progreso, éste se manifiesta por medio del dolor».

-¿No sienten deseos de abreviar sus sufrimientos?

«Sin duda lo sienten; pero no tienen bastante energía para querer lo que podría aliviarles. ¿Cuántos hay entre vosotros que prefieren morirse de hambre a trabajar?»

996. Puesto que los espíritus ven el mal que les sobrevienen de sus imperfecciones, ¿a qué se debe que los haya que agravan su posición y prolongan su estado de inferioridad, haciendo el mal como espíritus, alejando a los hombres del buen camino?

«Los que así obran son aquellos cuyo arrepentimiento es tardío. El espíritu que se arrepiente puede en seguida dejarse arrastrar nuevamente al camino del mal por otros espíritus más atrasados aún». (971)

997. Se ven espíritus de notoria inferioridad accesibles a los buenos sentimientos y conmoverse con las oraciones que por ellos se hacen. ¿A qué se debe que otros espíritus, a quienes debiera creerse más ilustrados, demuestran un endurecimiento y un cinismo del que nada puede triunfar?

«La oración sólo produce efecto en favor del espíritu que se arrepiente; el que, arrastrado por el orgullo, se subleva contra Dios, y persiste en sus extravíos, exagerándolos aún, como hacen los espíritus desgraciados, no siente efecto alguno de la oración, ni lo sentirá hasta que se manifieste en él la luz del arrepentimiento». (664)
No debe perderse de vista que el espíritu, después de la muerte del cuerpo, no se transforma súbitamente; si su vida ha sido reprensible, débese a que era imperfecto, y la muerte no le hace inmediatamente perfecto. Puede persistir en sus errores, en sus opiniones falsas, en sus preocupaciones, hasta que el estudio, la reflexión y el sufrimiento le ilustren.

998. ¿Se verifica la expiación en estado corporal o en estado de espíritu?

«La expiación se verifica en estado corporal, por medio de las pruebas a que se somete el espíritu, y en la vida espiritual por medio de los sufrimientos morales inherentes al estado de inferioridad del espíritu».

999. El arrepentimiento sincero durante la vida, ¿basta a borrar las faltas y a que Dios nos perdone?

«El arrepentimiento favorece el mejoramiento del espíritu, pero ha de expiarse el pasado».

-Si, según esto, dijese un criminal que, puesto que debe en todo caso expiar su pasado, no tiene necesidad de arrepentirse, ¿qué le sucedería?

«Si se obstina en malos pensamientos, su expiación será más larga y penosa».

1000. ¿Podemos redimir nuestras faltas en esta vida?
«Sí, reparándolas; pero no creáis redimirías con algunas pueriles privaciones, o haciendo donaciones para después de vuestra muerte, cuando ya no necesitáis lo que dais. Dios no hace caso alguno del arrepentimiento estéril, fácil siempre y que no cuesta otro trabajo que golpearse el pecho. La pérdida de un dedo haciendo un servicio, borra más faltas que llevar el cilicio durante años enteros, sin más objeto que la propia conveniencia. (726)

»Sólo con el bien se repara el mal, y ningún mérito tiene la reparación, si no afecta al hombre, ni en su orgullo ni en sus intereses materiales.

»¿De qué le sirve, para su justificación, restituir después de su muerte, los bienes mal adquiridos, cuando vienen a serle inútiles y cuando de ellos se ha aprovechado?

»¿De qué le sirven la privación de algunos goces fútiles y de algunas superfluidades, si queda en pie el daño que ha causado?

»¿De qué le sirve, en fin, humillarse ante Dios, si conserva su orgullo para con los hombres?» (720-821)

1001. ¿No tiene ningún mérito asegurar, para después de la muerte, un empleo útil a los bienes que se poseen?

«Ningún mérito no es la palabra, pues siempre vale más algo que nada; pero está el mal en que el que da para después de su muerte, es a menudo más egoísta que generoso; quiere disfrutar del honor del bien, sin haberse tomado ningún trabajo. El que se priva, viviendo aún, tiene doble provecho: el mérito del sacrificio, y el placer de ver aquellos a quienes hace felices. Pero el egoismo dice: Lo que das te lo quitas a tus goces, y como aquél grita más que el desinterés y la caridad, el hombre conserva sus bienes, con el pretexto de sus necesidades y de las exigencias de su posición. ¡Ah, compadeced al que no conoce el placer de dar, pues está desheredado de uno de los más puros y suaves goces! Dios, sometiéndole a la prueba de la fortuna, tan resbaladiza y peligrosa para su porvenir, ha querido darle como compensación la dicha de la generosidad de la cual puede disfrutar desde la tierra». (814)

1002. ¿Qué debe hacer el que, en artículo de muerte, reconoce sus faltas, y no tiene tiempo de repararlas? ¿Basta el arrepentimiento en este caso?

«El arrepentimiento apresura su rehabilitación, pero no le absuelve. ¿Acaso no tiene ante si el porvenir que nunca le es negado?»