El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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973. ¿Cuáles son los mayores sufrimientos que pueden experimentar los espíritus?

«No hay descripción posible de los tormentos morales con que son castigados ciertos crímenes. El mismo que los experimenta tendría trabajo en daros una idea de ellos; pero el más horrible indudablemente es la creencia de estar eternamente condenado».

El hombre se forma, según el estado de su inteligencia, una idea más o menos elevada de las penas y goces del alma después de la muerte. Mientras más se desarrolla la inteligencia, más se depura y se desmaterializa aquella idea; comprende las cosas desde un punto de vista más racional, y cesa de tomar literalmente las imágenes del lenguaje figurado. La razón más ilustrada, demostrándonos que el alma es un ser del todo espiritual, nos dice, por lo mismo, que no puede ser afectada por las impresiones que sólo en la materia obran. Mas no se sigue de aquí que esté exenta de sufrimientos, ni que no reciba castigo por sus faltas. (237)

Las comunicaciones espiritistas producen el resultado de mostrarnos el estado futuro del alma no como una teoría, sino como una realidad; ponen ante nuestros ojos todas las peripecias de la vida de ultratumba; pero nos las ofrecen también como consecuencias perfectamente lógicas de la vida terrestre, y, aunque desprovistas del aparato fantástico creado por la imaginación de los hombres, no son menos penosas para los que han hecho mal uso de sus facultades. La diversidad de semejantes consecuencias es infinita; pero, en tesis general, puede decirse: cada uno es castigado por donde ha pecado. Así es que unos lo son por la vista incesante del mal que han hecho; otros por los pesares, el temor, la vergüenza, la duda, el alejamiento, las tinieblas, el alejamiento de los seres queridos, etcétera.