El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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152. ¿Qué prueba podemos tener de la individualidad del alma después de la muerte?

«¿No la tenéis en las comunicaciones que obtenéis? Si no sois ciegos, veréis; y oiréis, si no sois sordos; porque a menudo habla una voz que os revela la existencia de un ser que vive fuera de vosotros".

Los que opinan que al morir, el alma entra en el todo universal están equivocados, si entienden decir que, semejante a la gota de agua que cae en el océano, pierde su individualidad, pero están en lo cierto, si por el todo universal entienden la reunión de seres incorporales de la cual forma un elemento cada alma o espíritu; Si las almas estuviesen conlundidas con el conjunto, no tendrian otras cualidades que las de éste, y nada las distinguiría entre sí. No tendrían una inteligencia, ni cualidades propias, cuando en todas las comunicaciones revelan la conciencia del yo y una voluntad distinta, siendo infinita la diversidad, que bajo todos aspectos ofrecen. consecuencia también de las individualidades. Si después de la muerte, sólo existiese lo que se llama el gran Todo que absorbe todas las individualidades, este Todo sería uniforme, y por lo tanto, todas las comunicaciones que se recibiesen del mundo invisible serían idénticas. Pero puesto que en él se encuentran seres buenos y malos. sabios e ignorantes. dichosos y desgraciados; puesto que los hay de todos los caracteres, alegres y tristes, ligeros y profundos. etc., es evidente que son seres distintos. La individualidad se hace más palmaria aún, cuando prueban su identidad por medio de signos incontestables, de pormenores personales relativos a su vida terrestre y que pueden comprobarse, y no puede ponerse en duda, cuando se presentan a la vista en las apariciones. La individualidad del alma nos era enseñada teóricamente como un artículo de fe; pero el espiritismo la patentiza, y hasta cierto punto la materializa.