11. Todas las religiones han admitido igualmente el principio de la suerte feliz o desgraciada
de las almas después de la muerte, es decir, de las penas y de los goces futuros que se resumen en la
doctrina del cielo y del infierno, que se encuentra en todas partes. Pero en lo que difieren
esencialmente es en la naturaleza de esas penas y de esos goces y, sobre todo, en las circunstancias
que pueden merecer las unas y los otros. De aquí puntos de fe contradictorios que han hecho surgir
diferentes cultos, y los deberes particulares impuestos por cada uno de ellos para adorar a Dios, y
por este medio ganar el cielo y evitar el infierno.