EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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9. Esta doctrina promueve muchas objeciones:


1.º Si Satanás y los demonios eran ángeles, eran perfectos, ¿Cómo, siendo perfectos, pudieron faltar y desconocer hasta tal punto la autoridad de Dios, en presencia del cual se encontraban? Se concebiría también que si no hubiera llegado a este punto eminente más que gradualmente, y después de haber pasado por la escala de la imperfección, hubiesen podido tener un retroceso apreciable. Pero lo que no se comprende es que nos los representan como habiendo sido creados perfectos.


La consecuencia de esta teoría es la siguiente. Dios quiso crearles seres perfectos, puesto que les había colmado de todos los dones, y se equivocó. Luego, según la iglesia, Dios no es infalible. (2)


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(2). Esta doctrina monstruosa es afirmada por Moisés cuando expresa (Génesis, Cáp. VI, v. 6 y 7): “Se arrepintió de haber hecho al hombre en la Tierra.” Y conmovido por el dolor hasta el fondo del corazón, declara: “Yo exterminaré de la Tierra al hombre que he creado. Exterminaré todo, desde el hombre hasta los animales. Desde lo que pisa la Tierra hasta las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlos creado.”




Un Dios que se arrepiente de lo que ha hecho no es perfectos ni infalible, luego no es Dios. Sin embargo, éstas son las palabras que la iglesia proclama como verdades santas. Tampoco se ve muy claro lo que había de común entre los animales y la perversidad de los hombres para merecer el exterminio.


2.º Puesto que ni la iglesia ni los anales de la historia sagrada explican la causa de su rebelión contra Dios, puesto que solamente parece cierto que provino de su negativa a reconocer la misión futura de Cristo, ¿qué valor puede tener el cuadro tan preciso y tan detallado de la escena que tuvo lugar en esta ocasión? ¿De qué origen se han sacado las palabras tan claras referidas como allí pronunciadas, y hasta los simples murmullos? Una de dos, o la escena es verdadera, o no lo es. Si es verdadera, no hay ninguna incertidumbre, y entonces, ¿por qué la iglesia no corta la cuestión? Si la iglesia y la historia se callan, si solamente la causa parece cierta, esto no es más que una suposición, y la escena que se describe es una obra imaginaria. (3)


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(3). Se encuentra en Isaías, Cáp. XIV, v. 11 y ss.: “Tu orgullo ha sido precipitado en los infiernos, tu cuerpo muerto ha caído en la tierra, tu lecho será la podredumbre y tu vestido serán los gusanos.” “¿Cómo has caído del cielo, Lucifer, tú que parecías tan brillante al apuntar el día? Cómo has sido echado por tierra, tú que llenabas de llagas las naciones, que manifestabas en tu corazón: Yo subiré al cielo, estableceré mi trono encima de los astros de Dios, y me sentaré sobre la montaña de la alianza a los lados del Aquilón. Me colocaré sobre las nubes más elevadas y seré semejante al Altísimo Y sin embargo, has sido precipitado desde esta gloria en el infierno, hasta lo más profundo de los abismos. Los que te verán se acercarán a ti, y después de haberte mirado, te dirán: ¿Es éste el hombre que ha espantado a la Tierra que ha esparcido el terror en los reinos, que ha hecho del mundo un desierto, que ha destruido sus ciudades, y que ha detenido en cadenas a los que había hecho prisioneros?”
Estas palabras del profeta no son relativas a la religión de los ángeles, sino una alusión al orgullo y a la caída del rey de Babilonia, quien tenía cautivos a los judíos, como lo prueban los últimos versículos. El rey de Babilonia es designado, por alegoría, bajo el nombre de Lucifer, pero no se hace aquí ningún mérito de la escena descrita más arriba. Estas palabras son las del rey, quien las decía en su corazón, y se colocaba, por su orgullo, sobre Dios, cuyo pueblo tenía cautivo. La predicción de la libertad de los judíos, de la ruina de Babilonia y de la derrota de los asirios es, por otra parte, objeto exclusivo de este capítulo.




3.º Las palabras atribuidas a Lucifer acusan una ignorancia que causa admiración en un arcángel que por su misma naturaleza, y en el grado en que está colocado, no debe tener sobre la organización del Universo los errores y las preocupaciones que los hombres han profesado hasta que la ciencia viniera a ilustrarles.


¿Cómo pudo decir: “Estableceré mi morada sobre los astros”, “dominaré las nubes más elevadas”? Esta es la antigua creencia en la Tierra como centro del mundo, del cielo, de las nubes que se extienden hasta las estrellas, en la región limitada de éstas formando bóveda, y que la astronomía nos demuestra diseminadas en el espacio infinito. Como se sabe hoy que las nubes no se extienden más allá de dos leguas de la superficie de la Tierra, para llegar a decir que dominaría las más elevadas nubes, y para hablar de las montañas, era preciso que la escena pasase en la superficie de la Tierra, y que en ella estuviese la mansión de los ángeles. Si esta mansión está en las regiones superiores, era inútil decir que se elevaría más arriba de las nubes. Pretender que los ángeles tengan un lenguaje tan ignorante es confesar que los hombres de hoy saben más que los ángeles. La iglesia ha tenido siempre el inconveniente de no contar con los progresos de la ciencia.