EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

Volver al menú
22. Esto es en cuanto al pasado. En cuanto al porvenir, según uno de los dogmas fundamentales que se desprende de la no reencarnación, la suerte de las almas está irrevocablemente fijada después de una sola existencia; fijar definitivamente la suerte, implica la cesación de todo progreso, porque si hay algún progreso, no hay suerte definitiva, según vivieron bien o mal, van inmediatamente a la morada de los bienaventurados o al infierno eterno; de este modo están "separados para siempre y sin esperanza de unirse jamás", de tal modo, que padres, madres e hijos, maridos y mujeres; hermanos, hermanas y amigos, nunca están ciertos de volverse a ver; esta es la rotura más absoluta de los lazos de familia. Con la reencarnación y el progreso, que es su consecuencia, todos los que se han amado se encuentran en la tierra y en el espacio, y marchan juntos para llegar a Dios. Si hay algunos que tuercen el camino, retardan su adelanto y su felicidad, pero no se ha perdido toda la esperanza; ayudados, animados y sostenidos por los que les aman, saldrán un día del cenagal en donde se metieron. Con la reencarnación, en fin, hay solidaridad perpetua entre los encarnados y desencarnados y de aquí viene que se estrechan más los lazos de afecto.