EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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9. El hombre no posee en propiedad sino lo que puede llevarse de este mundo. Lo que encuentra cuando llega y lo que deja cuando se va, lo goza mientras permanece en él; pero puesto que está obligado a abandonarlo, sólo tiene el usufructo y no la posesión real. ¿Qué posee pues? nada de lo que puede ser de uso para el cuerpo, y si todo lo que es para uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales, esto es lo que trae y lo que se lleva, lo que ninguna persona puede quitarle, y lo que le servirá en el otro mundo más aún que en éste; de él depende el ser más rico cuando se va que cuando llega, porque de lo que haya adquirido en bien, depende su posición futura. Cuando un hombre va a un país lejano, arregla su pacotilla de los objetos que tienen salida en el país; pero no se carga con aquellos que le serían inútiles. Haced, pues, lo mismo para la vida futura, y haced provisión de todo lo que podrá serviros.


Al viajero que llega a una posada, se le da buena habitación si puede pagarla; al que tiene poca cosa, se le da una menos cómoda; en cuanto al que no tiene nada, duerme en la paja. Esto sucede al hombre: cuando llega al mundo de los espíritus, su colocación está subordinada a su haber, pero no se paga con oro. Nadie le preguntará ¿Cuánto teníais en la tierra? ¿Qué rango ocupábais? ¿Eráis príncipe o artesano? Pero se le preguntará: ¿Con qué volvéis? No se le tomará cuenta del valor de sus bienes ni de sus títulos, sino del número de sus virtudes; pues con esta cuenta, el artesano puede ser más rico que el príncipe. En vano alegará que antes de su partida ha pagado su entrada con oro, pues se le dirá: Aquí no se compran los puestos sino que se ganan con el bien que se ha hecho: con la moneda terrestre podéis haber comprado campos, casas, palacios; pero aquí se paga todo con las cualidades del corazón. ¿Sois ricos de estas cualidades? Sed bienvenido, y podéis ir a la primera clase en donde os esperan todas las felicidades; ¿Sois pobre de ellas? Id a la última en la que seréis tratado en razón de vuestro haber. (Pascal, Génova, 1860.)