EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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4. Jesús promete otro Consolador; es el "Espíritu de la Verdad", que el mundo no conoce aún, porque no tiene la suficiente madurez para comprenderle y que el Padre enviará para enseñar todas las cosas y para recordar lo que Cristo dijo. Sí, pues, el Espíritu de Verdad debe venir más tarde a enseñar todas las cosas, es porque Cristo no lo dijo todo: si viene a recordar lo que Cristo dijo, es porque lo habrán olvidado o comprendido mal.


El Espiritismo viene en el tiempo señalado a cumplir lo que Cristo prometió; el Espíritu de Verdad preside a su establecimiento, llama a los hombres a la observancia de la ley y enseña todas las cosas haciendo comprender lo que Cristo sólo dijo en pará- bolas. Cristo dijo: "que oigan los que tengan oídos para oír", el Espiritismo viene a abrir los ojos y los oídos, porque habla sin figuras y sin alegorías; levanta el velo que dejó exprofeso sobre ciertos misterios, y viene, por fin, a traer un consuelo supremo a los desheredados de la tierra y a los que sufren, dando una causa justa y un objeto útil a todos los dolores.


Cristo dijo: "Bienaventurados los afligidos porque ellos serán consolados", pero ¿cómo se puede ser feliz, sufriendo sí no se sabe por qué se sufre? El Espiritismo enseña que la causa está en las existencias anteriores y en el destino de la tierra, donde el hombre expía su pasado; enseña también su objeto, indicando que los sufrimientos son como las crisis saludables que conducen a la curacion y que son la depuración que asegura la felicidad en las existencias futuras. El hombre comprende que ha merecido sufrir y encuentra justo el sufrimiento; sabe que este sufrimiento ayuda a su adelantamiento y lo acepta sin murmurar, como el trabajador acepta el trabajo que debe valerle su salario. El Espiritismo le da una fe a toda prueba en el porvenir, y la duda punzante no tiene acceso en su alma; haciéndole ver las cosas de lo alto, la importancia de las vicisitudes terrestres se pierden en el vasto y espléndido horizonte que abraza; y la perspectiva de la felicidad que le espera le da paciencia, resignación y valor para marchar hasta el término del camino.


De este modo el Espiritismo realiza lo que Jesús dijo del Consolador prometido: conocimiento de las cosas que hace, que el hombre sepa de dónde viene y a dónde va y por qué está en la tierra; recuerdo de los verdaderos principios de la ley de Dios y consuelo por la fe y la esperanza.