EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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8. Si uno de esos seres desconocidos que consumen su efímera existencia en el fondo del tenebroso océano. Si uno de esos poligástricos, uno de esos nereidos, miserables animalitos que no conocen de la Naturaleza más que a los peces ictiófagos y a los bosques submarinos, recibiese de pronto el don de la inteligencia, la facultad de estudiar su mundo y establecer sobre sus apreciaciones un razonamiento conjetural respecto a la universalidad de las cosas, ¿qué idea se formaría de la Naturaleza viva que se desarrolla en su medio y del mundo terrestre que no pertenece al campo de sus observaciones? Si hoy, por un efecto maravilloso de su nueva facultad, ese mismo ser llegase a elevarse por encima de sus tinieblas hasta la superficie del mar, no lejos de las opulentas orillas de una isla de exuberante vegetación y de buen sol, fuente de agradable calor, ¿qué pensaría de sus ideas anticipadas sobre la Creación universal, las cuales palidecerían ante una apreciación más exacta, pero aún incompleta? ¡Hombres, ésa es la imagen de vuestra ciencia especulativa!*


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* Tal es, también, la situación de quienes niegan a los espíritus, cuando después de abandonar su envoltura corporal ven los horizontes de ese mundo desenvolverse ante sus ojos. Comprenden entonces la vacuidad de las teorías que pretenden explicarlo todo materialmente. Sin embargo, sus horizontes presentan todavía misterios que se irán revelando poco a poco, a medida que se elevan espiritualmente. Pero desde el primer paso dado en ese mundo nuevo se ven forzados a reconocer su ceguera y lo distantes que se hallaban de la verdad. [N. de A. Kardec.]