EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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42. Esa imposibilidad se vuelve aún más evidente cuando se admite, de acuerdo con el Génesis, que el diluvio destruyó a todo el género humano, con excepción de Noé y su familia, que no era numerosa, en el año 1.656 del mundo, es decir, 2.348 años antes de la Era Cristiana. En ese caso, la población de la Tierra apenas se remontaría a Noé. Ahora bien, cuando los hebreos se establecieron en Egipto, 612 años después del diluvio, ese país ya era un poderoso imperio, que habría sido poblado –sin mencionar otras regiones–, en menos de seis siglos, tan sólo por los descendientes de Noé, lo cual no es admisible.


Observemos, asimismo, que los egipcios recibieron a los hebreos como extranjeros. Sería sorprendente que aquellos hubiesen perdido el recuerdo de un origen común tan cercano, cuando conservaban religiosamente los monumentos de su historia.


Así pues, una rigurosa lógica, corroborada por los hechos, demuestra de la manera más categórica que el hombre está en la Tierra desde un lapso indeterminado, muy anterior a la época que señala el Génesis. Ocurre lo mismo con la diversidad de los troncos primitivos, dado que demostrar la falsedad de una proposición equivale a demostrar la proposición contraria. Si la geología descubriera rastros auténticos de la presencia del hombre antes del gran período diluviano, la demostración sería aún más completa.