EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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23. Si se considera a la humanidad en el grado más bajo de la escala intelectual, tal como se encuentra entre los salvajes más atrasados, cabe la pregunta sobre si es ese el punto de partida del alma humana.


Según la opinión de algunos filósofos espiritualistas, el principio inteligente, distinto del principio material, se individualiza y elabora al pasar por los diversos grados de la animalidad. Es ahí que el alma se ensaya para la vida y desarrolla sus primeras facultades mediante la ejercitación; sería, por así decirlo, su período de incubación. Llegada al grado de desarrollo que ese estado permite, recibe las facultades especiales que constituyen el alma humana. Existiría entonces una filiación espiritual entre el animal y el hombre, del mismo modo que existe una filiación corporal.


Es preciso convenir en que este sistema, basado en la gran ley de unidad que rige la Creación, está en correspondencia con la justicia y la bondad del Creador; otorga una salida, una finalidad, un destino a los animales, que ya no son seres desheredados, sino que en el porvenir que les está reservado encuentran una compensación para sus padecimientos. Lo que constituye al hombre espiritual no es su origen, sino los atributos especiales de los que está dotado cuando ingresa en la humanidad, atributos que lo transforman y hacen de él un ser distinto, así como el fruto sabroso es diferente de la raíz amarga que le dio origen. Por el hecho de que haya pasado por la experiencia de la animalidad, el hombre no es menos hombre; ya no es animal, como el fruto no es la raíz, o como el sabio no es el feto informe que lo instaló en el mundo.


No obstante, este sistema plantea numerosas cuestiones, cuyos pros y contras no es oportuno discutir aquí, del mismo modo que no se justifica el análisis de las diferentes hipótesis que se han enunciado en relación con este asunto. Por consiguiente, sin que investiguemos el origen del alma, ni que tratemos de conocer las experiencias por las cuales pudo haber pasado, la consideramos a partir de su ingreso en la humanidad, en el punto en que, dotada de sentido moral y de libre albedrío, comienza a ejercer la responsabilidad de sus actos.