EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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33. Las liberaciones de los posesos, junto con las curaciones, figuran entre los actos más numerosos de Jesús. Entre los hechos de esta naturaleza, como los relatados más arriba (§ 30), hay algunos en los que la posesión no es evidente. Probablemente en aquella época, como todavía hoy sucede, se atribuía a la influencia de los demonios todas las enfermedades cuya causa no se conocía, principalmente la mudez, la epilepsia y la catalepsia. No obstante, hay otros hechos en los que la acción de los Espíritus malos es indudable. Además, presentan tan convincente analogía con aquellos fenómenos que presenciamos en la actualidad, que en ellos se reconocen todos los síntomas de ese tipo de afección. La prueba de la participación de una inteligencia oculta, en esos caso, surge de un hecho material: se trata de las numerosas curaciones radicales que se obtuvieron en algunos centros espíritas solamente a través de la evocación y la moralización de los Espíritus obsesores, sin magnetización ni medicamentos y, a menudo, en ausencia del paciente y a gran distancia de este. La inmensa superioridad de Cristo le otorgaba tal autoridad sobre los Espíritus imperfectos, entonces denominados demonios, que le bastaba a Él ordenarles que se retirasen para que no pudieran resistirse a esa orden formal. (Véase el Capítulo XIV, § 46.)