EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Revoluciones periódicas

6. Además de su movimiento anual alrededor del Sol, que produce las estaciones, su movimiento de rotación sobre sí misma en 24 horas, que es la causa del día y la noche, la Tierra presenta un tercer movimiento que se cumple en aproximadamente 25.000 años (más exactamente 25.868 años), el que origina el fenómeno designado en Astronomía con el nombre de precesión de los equinoccios (cap. V, n.º 11).


Ese movimiento, imposible de explicar en pocas palabras, sin figuras y sin demostración geométrica, consiste en una especie de balanceo circular comparable al de un trompo a punto de detenerse. Como consecuencia de este balanceo el eje de la Tierra, cambiando de inclinación, describe un doble cono cuya punta está en el centro de la Tierra y las bases abrazan a las superficies circunscritas por los círculos polares, es decir, de una amplitud de 23 grados y medio de radio.

7. El equinoccio es el instante cuando el Sol, pasando de un hemisferio al otro, se halla perpendicular sobre el ecuador, lo que acontece dos veces al año, hacia el 21 de marzo, cuando el Sol regresa al hemisferio boreal y hacia el 22 de septiembre, cuando regresa al hemisferio austral.


Pero, como consecuencia de un cambio gradual en la oblicuidad del eje, que produce una variación en la oblicuidad del ecuador sobre la eclíptica, el momento preciso del equinoccio se adelanta cada año algunos minutos (25 minutos y 7 segundos). Es precisamente este adelanto el que recibe el nombre de precesión de los equinoccios (del latín proecedere, ir adelante; de proe, antes, y cedere, ir; y aequinoctium, de aequus, igual, y nox, noche).


Estos pocos minutos, con el tiempo, suman horas, días, meses y años. Por tal razón el equinoccio de primavera, que se produce actualmente en marzo, tendrá lugar, en algún momento, en febrero, después de enero, más tarde en diciembre, y en ese entonces el mes de diciembre tendrá la temperatura del mes de marzo y marzo la de junio, y así sucesivamente hasta que, volviendo al mes de marzo, las cosas retornarán al estado actual, lo que ocurrirá en 25.868 años, para volver a comenzar la misma revolución indefinidamente. *


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* La precesión de los equinoccios produce otro cambio, el que se opera en la posición de los signos del zodíaco.

La Tierra gira alrededor del Sol en un año, y a medida que avanza, el Sol se encuentra cada mes frente a una nueva constelación. Estas constelaciones son doce, a saber: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Se las denomina constelaciones zodiacales, o signos del zodíaco, y forman un círculo en el plano del ecuador terrestre. De acuerdo con el mes de nacimiento de un individuo, se decía que nació bajo tal signo: de ahí los pronósticos de la astrología. Pero, como consecuencia de la precesión de los equinoccios, ocurre que los meses no corresponden más a las mismas constelaciones. Por ejemplo: quien nace en el mes de julio no pertenece más al signo de Leo, sino al de Cáncer. De esta forma se desmorona la idea supersticiosa ligada a la influencia de los signos (cap. V, n.o 12). [N. de A. Kardec.]



8. Resulta, de ese movimiento cónico del eje, que los polos de la Tierra no miran constantemente a los mismos puntos del cielo. Que la estrella polar no será siempre polar. Que los polos gradualmente se hallan más o menos inclinados hacia el Sol y reciben rayos más o menos directos. De donde deducimos que, por ejemplo, Islandia y Laponia, se encuentran sobre el círculo polar, podrán, en algún momento, recibir rayos solares como si se encontrasen en la latitud de España o Italia y, en la posición extrema opuesta, España e Italia podrán tener la temperatura de Islandia y Laponia, y así sucesivamente con cada renovación del período de 25.000 años. *

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* 4. El desplazamiento gradual de las líneas de igual temperatura, o isotérmicas, fenómeno reconocido por la ciencia de manera tan positiva como el desplazamiento del mar, constituye un hecho material en apoyo de esta teoría. [N. de A. Kardec.]



9. Las consecuencias de este movimiento no pudieron aún ser determinadas con precisión, porque sólo ha podido observarse una muy pequeña parte de su revolución. Por lo tanto, sobre este tema todas son presunciones, algunas con un cierto grado de probabilidad.


Estas consecuencias son:


1) El calentamiento y enfriamiento alternativo de los polos y, en consecuencia, la fusión de los hielos polares durante la mitad del período de 25.000 años y su nueva formación durante la otra mitad de este período. De donde resultaría que los polos no estarían condenados a la esterilidad perpetua, sino que disfrutarían a su turno del papel de los beneficios de la fertilidad.


2) El desplazamiento gradual del mar que invade poco a poco tierras y se retira de otras para volver a abandonarlas y regresar a su antiguo lecho. Este movimiento periódico, renovado indefinidamente, constituiría una verdadera marea universal de 25.000 años.


La lentitud con que se opera este movimiento de mar lo vuelve casi imperceptible para cada generación. Pero es sensible al cabo de algunos siglos. No puede ocasionar ningún cataclismo súbito, porque los hombres, de generación en generación, se retiran a medida que el mar avanza y, al mismo tiempo, avanzan sobre las tierras de las que el mar se retira. A esta causa, más que probable, algunos sabios atribuyen el alejamiento del mar en ciertas costas y su invasión en otras.

10. El desplazamiento lento, gradual y periódico del mar es un hecho demostrado por la experiencia y atestiguado por numerosos ejemplos en todos los puntos del globo. Su consecuencia es el mantenimiento de las fuerzas productivas de la Tierra. Esa larga inmersión constituye un descanso, durante el cual las tierras sumergidas recuperan los principios vitales agotados en razón de una producción no menos larga. Los inmensos depósitos de materias orgánicas, formados por la estancia de las aguas durante siglos y siglos, conforman los abonos naturales periódicamente renovados, mientras las generaciones se suceden sin advertir esos cambios. *


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* Entre los hechos más recientes que prueban el desplazamiento del mar, podemos citar los siguientes:

En el golfo de Gascuña, entre el viejo Soulac y la torre de Cordouan, cuando el mar está calmo, se pueden ver en el fondo del agua los lienzos de la pared de una muralla: son los restos de la antigua y gran ciudad de Noviomagus, invadida por el mar en el año 580. El islote de Cordouan, ligado a ese entonces a la costa, se halla hoy a 12 kilómetros de la misma.

En el canal de la Mancha, sobre la costa de Havre, el mar gana terreno al día a día y mina los alcantilados de Sainte-Adresse, que se desmoronan poco a poco. A dos kilómetros de la costa, entre Saint- Adresse y el cabo de la Hève, se encuentra el banco del Eclat, en otras épocas al descubrimiento y unido a tierra firme. Antiguos documentos constatan que sobre ese emplazamiento, por donde hoy se navega, existía la ciudad de Saint-Denis-Chef-de-Caux. El mar invadió el lugar en el siglo XIV y la iglesia desapareció bajo el agua en el año 1378. Se dice que cuando el tiempo está calmo se ven los restos en el fondo del mar.

Sobre casi toda la extensión del litoral holandés, el mar se retiene a fuerza de diques, que se rompen de tiempo en tiempo. El antiguo lago Flevo, reunido al mar en 1225, forma hoy el golfo de Zuyderzée. Esta irrupción de océano devoró numerosas ciudades.

De acuerdo con esto, el territorio ocupado por París y toda Francia será un día, nuevamente, invadido por el mar, como ya lo fue varias veces, según prueban las observaciones geológicas. Las partes montañosas formarán islas, como lo son hoy Jersey, Guernesey e Inglaterra, en otras épocas contiguas al continente.


Se navegará por sobre las comarcas que hoy se recorren en ferrocarril. Los navíos llegarán a Montmartre, al monte Valérien, a las colinas de Saint-Cloud y Meudon. Los bosques y los bosquecillos por donde se pasea serán amortajadas por las aguas, recubiertos de limo y poblados por peces en vez de pájaros.


El diluvio bíblico no pudo ser motivado por esto, ya que la invasión de las aguas fue súbita y su estancia corta, mientras que de otra forma hubiese sido de muchos miles de años y duraría aún, sin que los hombres se hubiesen dado cuenta de ello. [N. de A. Kardec.]