EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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4. El diluvio bíblico, llamado también gran diluvio asiático, no puede ser puesto en duda. El levantamiento de una parte de las montañas de esta región, como ocurrió en México, debe haberlo producido. En apoyo de esta opinión, conocemos la existencia de un mar interior que se extendía en épocas pasadas desde el mar Negro hasta el océano Boreal, hecho corroborado por las observaciones geológicas. El mar de Azoff, el mar Caspio, cuyas aguas son saladas, aunque no se comunican con ningún otro mar. El lago Aral y los incontables lagos diseminados en las inmensas planicies de Tartaria y en las estepas rusas, parecen ser restos de aquel antiguo mar. Durante el levantamiento de las montañas del Cáucaso, con posterioridad al diluvio universal, una parte de esas aguas fue expulsada hacia el norte, en dirección del océano Boreal y otra de ellas hacia el centro, en dirección al océano Índico. Estas aguas inundaron y asolaron precisamente a la Mesopotamia y a toda la región habitada por los ancestros del pueblo hebreo. Aunque este diluvio se haya extendido sobre una región bastante vasta, un hecho probado hoy es que sólo fue local. Que no pudo haber sido motivo por la lluvia, ya que, por más abundante y continua que haya podido ser durante cuarenta días, el cálculo demuestra que la cantidad de agua caída no pudo ser lo bastante abundante como para cubrir toda la Tierra, hasta tapar incluso las montañas más elevadas.


Para los hombres de entonces, que sólo conocían una zona muy limitada de la superficie del globo y que, además, no poseían idea alguna de su configuración, desde el momento en que la inundación invadió los países conocidos, a ellos debió figurárseles la del mundo entero. Si a esta creencia se agrega la forma imaginaria e hiperbólica propia del estilo oriental, no nos sorprenderá ya la exageración del relato bíblico.